Pregunta: "¿QuĂ© significa confiar en JesĂºs?"
Respuesta: La expresiĂ³n confĂan en JesĂºs tiene un significado mĂºltiple. Por un lado, confiar en JesĂºs significa creer en Él para la salvaciĂ³n (Juan 3:16). Creemos quiĂ©n es Él — Dios en forma humana — y ponemos nuestra fe en Él como Salvador. Y creemos lo que ha hecho: que muriĂ³ por nuestros pecados y resucitĂ³ de entre los muertos. Ya que no podemos salvarnos del pecado y de la muerte (Romanos 3:10-20), confiamos en JesĂºs para que nos salve (Juan 11:25). No podemos recibir la vida eterna y vivir para siempre en la presencia de Dios hasta que hayamos confiado en JesĂºs como Salvador y hayamos aceptado Su perdĂ³n (Efesios 1:7).
DespuĂ©s de la salvaciĂ³n, confiar en JesĂºs significa comprometerse o dedicarse por completo a Él. Cuando nacemos de nuevo, nos convertimos en seguidores de Jesucristo. Como Sus seguidores, ponemos toda nuestra confianza en Él y en Su Palabra. Confiar en JesĂºs significa creer en todo lo que dijo y aceptar Su Palabra como verdadera: "Dijo entonces JesĂºs a los judĂos que habĂan creĂdo en Ă©l: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, serĂ©is verdaderamente mis discĂpulos; y conocerĂ©is la verdad, y la verdad os harĂ¡ libres" (Juan 8:31-32). Cuanto mĂ¡s conozcamos y permanezcamos en las palabras de JesĂºs, mĂ¡s le obedeceremos, y mĂ¡s crecerĂ¡ nuestra confianza en Él a medida que experimentemos la libertad en Cristo.
Una promesa confiable que JesĂºs nos dio en Su palabra fue venir a Él para encontrar descanso: "Venid a mĂ todos los que estĂ¡is trabajados y cargados, y yo os harĂ© descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mĂ, que soy manso y humilde de corazĂ³n; y hallarĂ©is descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fĂ¡cil, y ligera mi carga" (Mateo 11:28-30). Un yugo es un arnĂ©s de madera que se usa para unir los cuellos de dos animales de tracciĂ³n. Entre los dos, pueden tirar de una carga pesada con mayor eficacia. En la Ă©poca en que JesĂºs pronunciĂ³ estas palabras, los granjeros a menudo unĂan un animal joven, inexperto pero vigoroso con un animal mĂ¡s viejo, dĂ©bil pero experimentado. El animal mĂ¡s joven aprenderĂa del mĂ¡s experimentado, y el mĂ¡s viejo se beneficiarĂa de la fuerza del mĂ¡s joven para ayudar a llevar la carga.
El descanso, otra forma de expresar confianza, es apoyarse en JesĂºs para recibir fortaleza y aprender de Él. Él comparte la carga a medida que caminamos juntos. Cuando estamos cansados y sobrecargados, podemos venir junto a JesĂºs y encontrar descanso para nuestras almas. De esta manera, confiamos en JesĂºs, apoyĂ¡ndonos en Él en todo momento y especialmente cuando estamos cansados y agobiados. JesĂºs es el descanso sabĂ¡tico del creyente (Hebreos 4:1-11).
JesĂºs entiende nuestras debilidades y sabe que nos costarĂ¡ mucho confiar en Él. Por eso la Escritura dice: "Por nada estĂ©is afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oraciĂ³n y ruego, con acciĂ³n de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardarĂ¡ vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo JesĂºs" (Filipenses 4:6-7). Cuando presentamos nuestros corazones angustiados a Dios en oraciĂ³n, Él nos brinda Su paz. Su presencia es paz. El pasaje no dice que Él siempre nos darĂ¡ lo que pedimos, sin embargo, promete paz para proteger nuestros corazones y mentes. Confiar en JesĂºs significa acercarnos a Él y creer que tiene planes buenos y confiables para nuestras vidas y nuestro futuro. No tenemos que preocuparnos por el mañana. Cuando confiamos en JesĂºs, Él derrama Su paz sobre nosotros.
Nuestra confianza en JesĂºs crece con la experiencia (2 Corintios 1:10) mientras vemos a Dios haciendo que todas las cosas en nuestras vidas -tanto las buenas como las malas — sirvan para Su propĂ³sito (Romanos 8:28). JesĂºs quiere que vivamos por fe en Él (2 Corintios 5:7; GĂ¡latas 2:20), y de esta manera la vida cristiana se convierte en un campo de prueba y entrenamiento para la confianza: "Hermanos mĂos, tened por sumo gozo cuando os hallĂ©is en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seĂ¡is perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna" (Santiago 1:2-4).
JesĂºs dijo: "No se turbe vuestro corazĂ³n; creĂ©is en Dios, creed tambiĂ©n en mĂ" (Juan 14:1). Podemos saber que JesĂºs nos ama y promete estar siempre con nosotros (Mateo 28:20), pero no podemos verlo, y, en momentos de dificultad, la duda y el miedo llegan y hacen que sea difĂcil poner en prĂ¡ctica ese conocimiento. Pedro nos anima a que podamos confiar en JesĂºs incluso cuando no podemos verlo: "En lo cual vosotros os alegrĂ¡is, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengĂ¡is que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho mĂ¡s preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amĂ¡is sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veĂ¡is, os alegrĂ¡is con gozo inefable y glorioso" (1 Pedro 1:6-8).
Aunque no podamos ver a JesĂºs con nuestros ojos fĂsicos, el EspĂritu Santo nos permite ver a JesĂºs con los ojos de nuestro corazĂ³n (Efesios 1:18-20). Al final, nuestra incapacidad de ver a JesĂºs fĂsicamente hace que nuestra confianza en Él sea aĂºn mĂ¡s segura. Por eso JesĂºs dijo: "bienaventurados los que no vieron, y creyeron" (Juan 20:29).
El apĂ³stol Pablo comprendiĂ³ lo que significa para un creyente confiar en JesĂºs: "Porque esta leve tribulaciĂ³n momentĂ¡nea produce en nosotros un cada vez mĂ¡s excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" (2 Corintios 4:17-18).
JesĂºs nos estĂ¡ enseñando a confiar en Él en todas las cosas y en todo momento con todo nuestro corazĂ³n (Proverbios 3:5-6) para que nuestra fe sea inquebrantable: "Confiad en el SEĂ‘OR siempre, porque el SEĂ‘OR, el mismo SEĂ‘OR, es la Roca eterna" (IsaĂas 26:4). A medida que aprendemos a confiar mĂ¡s en JesĂºs, nos identificamos mĂ¡s con la descripciĂ³n que hace el salmista del creyente que descansa en los brazos de Dios: "En verdad que me he comportado y he acallado mi alma. Como un niño destetado de su madre; como un niño destetado estĂ¡ mi alma" (Salmo 131:2).