Los bebés nos llevan en un viaje muy especial a la tierra del amor:
Nos llevan a un lugar que jamás creímos que existiera...que siempre estuvo allí, dentro de nosotros esperando solo que un niño le abriera la puerta.
Es el lugar donde el amor comienza...y donde descubrimos que dando poseemos mucho más.
Los bebés nos conducen de vuelta a nuestros primeros pasos. Pensándonos alguna vez tan pequeños e indefensos como él, encontramos al niño que aun llevamos dentro.
Miramos a nuestros padres de un modo nuevo...y comprendemos cuánto significamos para ellos.
Lo que no nos sorprendía, hoy nos parece maravilloso: Verlo crecer...moverse...tocar...y sonreír.
Los bebés nos enseñan tantas cosas: que una casa es más acogedora si está desordenada...que los horarios sólo pueden ser flexibles...y que ya no habrá tantas noches de sueño tranquilo.
Más aún, aprenderemos que el tiempo tan importante para nosotros no vale nada para nuestro bebé. Los bebés obran en nosotros algo mágico: por un breve lapso tan breve...somos la única persona que importa en el mundo.
Nadie tendrá tanto poder, nadie será tan rico, nadie sabrá tanto...nadie excepto nosotros, será capaz de provocar la risa de nuestro bebé. Y sentimos, sin una sola palabra la presencia del amor entre nosotros.
EL mundo se transforma cuando seguimos a nuestro pequeño. Nos detenemos a observar el camino de una hormiga…el vuelo de una mariposa…el salto de una ranita. Descubrimos que los charcos existen para saltar en ellos…nunca por encima, que la hierba se disfruta con pies descalzos…
Su inocencia espera, en silencio, confiadamente, que hagamos de ellos la mejor obra de toda nuestra vida.
Con los años tu bebé crecerá y todo el cuidado, el alimento y el tiempo que le habrás dado como mamá o como papá ya no serán necesarios.
Pero tu hijo sí necesitará siempre el amor que han compartido....Ese círculo infinito de amor recíproco lo nutrirá toda la vida.
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