Un minuto con Dios
0:00
Un joven se quejó a un viejo sabio:
—Ya no hay oportunidad para los jóvenes; todos los puestos buenos están ocupados.
—Aún hay sitio en las cumbres —le respondió. Si quieres detenerte en el llano, ciertamente seguirás siendo un hombre vulgar, de la masa, anónimo, sin proyección; pero, si te lanzas hacia la altura, si clavas tu mirada en la cumbre, si no te contentas con lo común, con ser como son los demás, sino que aspiras a ser como fueron los menos, llegarás a la perfección.
Para eso tienes que subir, siempre subir, esforzarte – por ser mejor, cada día con un nuevo esfuerzo, con redoblado aliento, con más entusiasmo.
No olvides que en las cumbres se respira aire más puro, más oxigenado; que en las cumbres del propio renunciamiento es donde el hombre se va purificando y se va haciendo mejor; que las cumbres son el único lugar que habitan los santos.
La gracia, además de consciente, ha de ser creciente; no puedes contentarte con ser amigo de Dios; has de profundizar cada vez más en esa amistad.
“No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre, os lo he dado a conocer” (Jn.,75, 15).
—Ya no hay oportunidad para los jóvenes; todos los puestos buenos están ocupados.
—Aún hay sitio en las cumbres —le respondió. Si quieres detenerte en el llano, ciertamente seguirás siendo un hombre vulgar, de la masa, anónimo, sin proyección; pero, si te lanzas hacia la altura, si clavas tu mirada en la cumbre, si no te contentas con lo común, con ser como son los demás, sino que aspiras a ser como fueron los menos, llegarás a la perfección.
Para eso tienes que subir, siempre subir, esforzarte – por ser mejor, cada día con un nuevo esfuerzo, con redoblado aliento, con más entusiasmo.
No olvides que en las cumbres se respira aire más puro, más oxigenado; que en las cumbres del propio renunciamiento es donde el hombre se va purificando y se va haciendo mejor; que las cumbres son el único lugar que habitan los santos.
La gracia, además de consciente, ha de ser creciente; no puedes contentarte con ser amigo de Dios; has de profundizar cada vez más en esa amistad.
“No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre, os lo he dado a conocer” (Jn.,75, 15).
0 comentarios