Un minuto con Dios
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Es duro trabajar muchos días sembrando la semilla, cuidándola; pero es agradable recoger la cosecha; es duro pasar horas estudiando, pero es agradable recibir el título y la aprobación; es duro realizar esfuerzos y más esfuerzos para construir la casa, pero es agradable poseer luego su propio hogar; es duro realizar cualquier esfuerzo, pero es luego muy agradable gozar del fruto de los esfuerzos realizados.
Para llegar a ser bueno de veras, hay que hacer también grandes esfuerzos, conseguir duras victorias, pero luego podemos gozar de la alegría de llegar a ser lo que debemos ser.
No nos desalienten los esfuerzos que haya que realizar; aliéntennos más bien los resultados conseguidos por esos esfuerzos.
Dios permitirá éxitos y fracasos; pero no nos pide ni unos ni otros; Dios solamente nos pide nuestra acción apostólica; lo demás corre por su cuenta.
“Ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que hace crecer” (I Cor. 3, 7).
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