Un minuto con Dios
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Todo tiene su razón de ser en el mundo: el frío del invierno y el calor del verano, la fuerza del viento y la calma de la atmósfera, la luz y las sombras…
Tú también tienes una razón de ser en la vida; tu vida tiene una misión, que ha de ser cumplida por ti y sólo por ti, porque esa misión es personal e inalienable.
Todo tu empeño debe Consistir en llegar a conocer cuál es esa tu misión, cuál es la razón de ser de tu vida; Dios tiene sobre ti unos planes, que debes realizar tú; si no llegas a conocer esos planes, no los podrás cumplir; pero, si los conoces, debes dedicarte plenamente a su realización y entonces verás que tu vida es plena y que has descubierto el verdadero sentido de la misma.
Busca, pues, los planes de Dios sobre ti, para que puedas cumplirlos.
Dios te ha señalado una misión que cumplir y esa misión es personal e intrasferible; si tú no la cumples quedará sin cumplir y en ti se frustrarán los planes de Dios; pero ¿por culpa de quién?
“Que permanezca cada cual tal como lo halló la llamada de Dios” (I Cor, 7, 20).
“Os exhortamos a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados” (Et, 4,1).
Tú también tienes una razón de ser en la vida; tu vida tiene una misión, que ha de ser cumplida por ti y sólo por ti, porque esa misión es personal e inalienable.
Todo tu empeño debe Consistir en llegar a conocer cuál es esa tu misión, cuál es la razón de ser de tu vida; Dios tiene sobre ti unos planes, que debes realizar tú; si no llegas a conocer esos planes, no los podrás cumplir; pero, si los conoces, debes dedicarte plenamente a su realización y entonces verás que tu vida es plena y que has descubierto el verdadero sentido de la misma.
Busca, pues, los planes de Dios sobre ti, para que puedas cumplirlos.
Dios te ha señalado una misión que cumplir y esa misión es personal e intrasferible; si tú no la cumples quedará sin cumplir y en ti se frustrarán los planes de Dios; pero ¿por culpa de quién?
“Que permanezca cada cual tal como lo halló la llamada de Dios” (I Cor, 7, 20).
“Os exhortamos a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados” (Et, 4,1).
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