Un minuto con Dios.
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No pensemos en todo lo que debemos hacer a lo largo del día, porque no lo deberemos hacer todo en un solo momento, sino poco a poco, una cosa tras otra.
En cada momento hay que concentrarse únicamente en aquello que se debe hacer en ese instante.
Nos esperarán luego otras cosas: visitas que hacer, cartas por contestar…; pero todo puede esperar; en cambio, no puede ser prorrogado lo que debes hacer en ese preciso instante.
Más que preocuparnos por hacer muchas cosas, será preciso responsabilizarnos por hacer mejor y vivir mejor el momento presente.
No tanto más, sino mejor.
“De vosotros esperamos cosas mejores y conducentes a la salvación ” (Heb, 6, 9).
En cada momento el Señor está a tu lado, para instarte a que perfecciones tus obras con mayor rectitud de intención, con mayor pureza de conciencia, con mayor limpieza de espíritu, con mayor intensidad de amor.
No dejes pasar ese movimiento del Espíritu.
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