No son los actos, es la actitud

7:44

Mateo 5, 17-37

Yo estoy totalmente seguro de que mi amigo C.J. nunca ha hablado mal de mí a mis espaldas. De esto no tengo la más mínima duda.

¿Qué cómo puedo tener una certeza tan absoluta?

Muy sencillo: jamás he oído a mi amigo C.J. hablando mal de nadie, y no es posible que conmigo haga él una excepción. ¿No le parece?

Esta admirable cualidad de C.J. me recuerda una de las máximas de Benjamín Franklyn que dice:

“No hablaré mal de hombre alguno, y de todos diré todo lo bueno que sepa”.

¿Conoce usted personas que actúan de esta manera? ¿No es cierto que son dignas de su aprecio y admiración?

Conversando con otro gran amigo, J.L., me llamó muy agradablemente la atención una frase que dijo, refiriéndose a las relaciones con sus semejantes.

La frase fue esta:
“No se puede comulgar por la mañana y maltratar a la gente por la tarde”.

Parece que este Señor, por demás cristiano, tiene un punto de vista similar al de C.J. y al de Franklyn, y no dudo que su notable éxito tenga algo que ver con esta actitud suya.

¿De dónde sacaron ellos tres esta idea que ha contribuido a su felicidad, a su fama y a su éxito?

Quizás leyeron un día en el evangelio de este domingo (Mateo 5, 17-37). La esencia de la misma, está contenida en él. El Señor nos habla hoy de la Ley. Y declara que de ninguna manera ha venido El a anularla.

Por el contrario, dice que ha venido a perfeccionarla.

Y pone varios ejemplos. Uno de ellos se refiere a una ley muy conocida: No matarás.

Dice el Señor: “Pues yo les digo: Todo el que trate con coraje a su hermano... el que lo insulte... el que lo llame estúpido... está violando esta ley”.

La buena noticia de hoy es un llamado a que los hombres superemos dar cumplimiento (cumplo y miento) estricto a las leyes.

Es una promesa de que el Espíritu Santo desea producir en nosotros el cambio interior que nos eleve de categoría y de dignidad.

Son palabras motivadoras aceptar un crecimiento en autenticidad y en delicadeza.

A las personas que lo hacen les va bien. C.J. es feliz, Franklyn es famoso, J.L. es un hombre de éxito.

La idea que le propongo es esta:

En vista de que:
“No es posible comulgar por la mañana y maltratar a la gente por la tarde...”

Durante esta semana yo:
“No hablaré mal de hombre alguno, y de todos diré todo lo bueno que sepa”.

Haciendo esto, no sólo cumpliremos el espíritu de una ley, sino que además creceremos en felicidad, en buena fama y en éxito.

La pregunta de hoy

¿cuál es la diferencia entre acto y actitud?
Los actos son algo externo, y la actitud está en el interior. Los actos pueden fingirse, la actitud es la propia verdad. Una persona puede parecer muy fervorosa y estar llena de odio internamente. Otra puede parecer indiferente, y sin embargo puede ser alguien que converse con Dios en su interior constantemente.

Desde luego, lo perfecto es la autenticidad y la delicadeza: Que los actos correspondan a la actitud.

“De la abundancia del corazón habla la boca”.

Luis García Dubus

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