Para Fray Luis de León, el ángel de la guarda, es un ángel de mente clara, pies ligeros, y reflejos rápidos, y, ¿no son éstas, condiciones muy humanas?

Silencioso a veces, sin que nos demos cuenta, realiza su oficio prudentemente, y no pide nada a cambio. El ángel de la guarda, es generoso, complaciente, y eficaz en la solución de muchos de nuestros problemas.

Cuenta la biografía del pintor Murillo, célebre por su cuadro de la Inmaculada Concepción, que en un momento de desánimo, sintió “la presencia del ángel”, que lo impulsaba a terminar el famoso cuadro.

Baltasar Gracián, jesuita y escritor español (1601-1658), al referirse a los ángeles dice:
“Los ángeles, espíritus divinos, son la aurora del amanecer y el crepúsculo de nuestros sueños”.

Y Carl G. Jung, conviene con Adler, que los ángeles de la guarda, son nuestros sueños infantiles que con la edad se hacen realidad, lo que de alguna manera, el creador de la moderna psicología, afirma con estas palabras la existencia real de los ángeles de la guarda.

Nos extenderíamos al referirnos a las palabras de alabanza, y de reconocimiento de muchos poetas, místicos, ascetas, que a lo largo de la historia han reconocido “esa misteriosa presencia”, y que la literatura se ha hecho eco de aquellas afirmaciones.