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La extraordinaria misión angélica

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Los ángeles, tienen un papel extraordinario en los comienzos de la Iglesia: liberan a los apóstoles prisioneros de los judíos; después a San Pedro, arrestado por segunda vez. Otro ángel, pone en contacto a San Pedro con el centurión romano Cornelio, para que lo bautice a él y su familia. Un ángel, pide al diácono Felipe que vaya al camino de Jerusalén a Gaza, para convertir a la fe a un africano, ministro de la reina Candace de Etiopía.

Todavía en el Antiguo Testamento la presencia de los ángeles es portentosa, y nos muestra a estos “mensajeros”, ocupados en asegurar la subsistencia de los hombres: un ángel aparece de improviso junto a Agar y su hijo Ismael, que se mueren de sed en el tórrido desierto, haciendo surgir de repente una caudalosa fuente de agua. Un ángel despierta de un profundo sueño al Profeta Elias que, roto de desánimo, se había echado bajo una mata de retama.

El ángel complaciente le ofreció un pan cocido entre las brasas y un cántaro de agua. Elias comió y bebió hasta saciarse, y el Profeta anduvo durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar a Horeb, la montaña de Dios. Y es también un ángel quien tomó al Profeta Habacuc, encargado de proporcionar la comida a los segadores, para transportarlo en un abrir y cerrar de ojos desde Judea a Babilonia, hasta el borde del foso de los leones en donde estaba encerrado otro Profeta: Daniel, Daniel, toma la comida que Dios te envía. ¡Extraordinario!

Son los mismos ángeles los que durante cuarenta años largos, proporcionaron el sabroso manjar del maná a los
Hebreos en su larga marcha hacia la tierra de Canaán, los que cuidarán de los nacimientos que se producen, son los que invisiblemente asistirán a los fallecidos durante la larga travesía.

A Dios y a la compañía de su ángel atribuirá Judit el éxito de su audaz empresa, introduciéndose en el campamento enemigo para matar a Holofernes: “Lo juro por el Señor, su ángel me protegió cuando salí de aquí durante mi estancia (en el campamento de los asirlos) y a mi regreso… me ha traído hasta vosotros indemne de todo pecado, gozosa por su victoria, por mi evasión y por vuestra liberación “.

Negar los ángeles, escribe un filósofo cristiano, es arrancar una página de cada dos de la Biblia… y esto por no decir nada del Ritual. Desde el ángel del Paraíso al del Apocalipsis se anuncia a Juan de Samos que ya no habrá más tiempo. Y Santo Tomás de Aquino, en su Summa Teológica, hace una constante alusión a los servidores de Dios, llamándoles “custodios de mi entorno”.

Dado como ya hemos visto, que la naturaleza de los ángeles es espiritual, su origen y forma sólo puede describirse de acuerdo con un simbolismo que pronto se hará convencional. Así, los ángeles aparecen de improviso bajo forma humana. Pese a poseer una fuerza superior a la de los hombres, su comportamiento es parecido al de éstos.

Hablan con ellos, les tocan, les cogen de la mano y comparten su comida. A pesar de las mitologías en boga, y de la iconografía posterior, no tienen alas, excepto los querubines y los serafines. Tampoco hay nada preciso sobre su sexo, fuera del enigmático texto del Génesis, 6-2, que se refiere a la unión de los ángeles con las hijas de los hombres, resto probablemente de un antiguo mito.

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