En la Capilla situada a la derecha de la Catedral de Orvieto en Italia, se encuentra uno de los frescos más famosos del mundo, el del Juicio Final, pintado por Luca Signorelli.

En esta composición gigantesca entran centenares de figuras, ángeles, demonios voladores fantásticos, espíritus, y multitud de hombres levantándose del mundo de los muertos.

En este fresco dantesco se ve cómo los condenados van siendo perseguidos en el infierno, y los perdonados, reflejando en su rostro una visión beatífica, se encaminan hacia el cielo escoltados por una legión de ángeles custodios, de guías espirituales en el lenguaje moderno.

Pero toda esta monumental composición está integrada por dos grupos que rodean a dos figuras centrales: la de Cristo, juez omnipotente, y la del Anticristo, quien ya se encuentra entre aquellos que marcharán con los condenados.

En esta obra impresionante y austera, el artista un pintor del Renacimiento, expresó de manera vivida su sensibilidad verdaderamente medieval, demostrando la existencia del mal.