¿Y si la ciencia demostrara que Dios no existe?
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“Ustedes expresan aquí un temor muy extendido entre los creyentes, desde el gran impulso de las ciencias naturales, las cuales contradicen a la religión en bastantes aspectos, al mismo tiempo que una esperanza periódicamente reanimada dentro del ateísmo militante.
Es este temor el que condujo a la Iglesia a condenar a Galileo no a la hoguera, es cierto, pero sí a ‘una residencia fija obligatoria’, castigo bastante humorístico, si se quiere, para un hombre que giraba alrededor del sol. Para la Iglesia, la tierra debía ocupar el centro del mundo, y pretender lo contrario significaba infligir a la Santa Escritura un desmentido cercano a la blasfemia. La Iglesia necesitó un buen siglo para liberarse de este error, y comprender que la importancia de la tierra no es un asunto de localización en el espacio.
En el siglo XIX los creyentes sufrieron mucho al oír que Marcelino Berthelot declarara que el ‘universo, en adelante no presentaba ya misterio para los sabios’. Se puede pensar con razón que, un día cercano, la ciencia nos permitirá realizar la economía de la ‘hipótesis de Dios’ formada en los siglos de ignorancia”.
Sin embargo, no se puede decir que corresponda a la ciencia más que lo observable y lo mensurable, y Dios no es ni lo uno ni lo otro.
Para demostrar que Dios no existe, sería necesario que eso que ustedes llaman “la ciencia” descubriera un elemento primero que fuera sin causa, que existiera por sí mismo, cuya presencia explicara todo lo demás aboliendo todo interrogante, y es justamente ese elemento al que llamamos Dios.
Es este temor el que condujo a la Iglesia a condenar a Galileo no a la hoguera, es cierto, pero sí a ‘una residencia fija obligatoria’, castigo bastante humorístico, si se quiere, para un hombre que giraba alrededor del sol. Para la Iglesia, la tierra debía ocupar el centro del mundo, y pretender lo contrario significaba infligir a la Santa Escritura un desmentido cercano a la blasfemia. La Iglesia necesitó un buen siglo para liberarse de este error, y comprender que la importancia de la tierra no es un asunto de localización en el espacio.
En el siglo XIX los creyentes sufrieron mucho al oír que Marcelino Berthelot declarara que el ‘universo, en adelante no presentaba ya misterio para los sabios’. Se puede pensar con razón que, un día cercano, la ciencia nos permitirá realizar la economía de la ‘hipótesis de Dios’ formada en los siglos de ignorancia”.
Sin embargo, no se puede decir que corresponda a la ciencia más que lo observable y lo mensurable, y Dios no es ni lo uno ni lo otro.
Para demostrar que Dios no existe, sería necesario que eso que ustedes llaman “la ciencia” descubriera un elemento primero que fuera sin causa, que existiera por sí mismo, cuya presencia explicara todo lo demás aboliendo todo interrogante, y es justamente ese elemento al que llamamos Dios.
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