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Un minuto con Dios

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Tomás de Aquino define la paz como la tranquili­dad en el orden; y Agustín nos habla de la belleza, como algo intrínsecamente relacionado con el orden.

Es que el orden entra en los planes del Creador.

Mira sobre tu cabeza y verás millones de estrellas admirablemente ordenadas; contempla bajo tus pies y admirarás el sabio equilibrio de todos los seres, que sirven para tu sustento o tu recreación.

Tu vida ha de ser ordenada en todo nivel; el desorden y la desorganización no pueden serte útiles, no pueden entrar dentro de los planes de Dios sobre ti.

Que el orden rija desde tus cabellos, hasta tus sen­timientos; desde tus ropas, hasta tus ideas; desde tus actos más íntimos, hasta tus relaciones con los demás.

Sé en toda tu vida un reflejo del orden que Dios puso en la creación.

“Amor y Lealtad se han dado cita, Justicia y Paz se abrazan; Lealtad brotará de la tierra y de los cielos se asomará Justicia. El mismo Yahvéh dará la dicha y nuestra tierra su cosecha dará; Justicia marchará de­lante de El y Paz sobre la huella de sus pasos” (Salmo 85, 11-14).

“La adecuada promoción de esa honesta paz pública, que es la ordenada convivencia en la verdadera justicia…” (DH, 7).

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