Vamos a fantasear unos instantes.

Hazte cuenta que realmente quieres la aprobación de todos y que es posible obtenerla.

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Más aún, imagínate que es una meta sana y digna de alcanzar. Ahora bien, teniendo esto en cuenta, ¿cuál sería el mejor método, el más eficiente para lograr tu cometido?

Antes de contestar piensa en la persona que, en el círculo de tus relaciones, es la que recibe mayor aprobación.

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¿Cómo es este individuo?

¿Cómo se comporta?

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¿Qué hay en él que atrae a toda la gente?

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Lo más probable es que estés pensando en alguien que es directo y franco, independiente de la opinión de los demás, un ser realizado.

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Lo más probable es que tenga poco o nada de tiempo para dedicarlo a la búsqueda de aprobación.

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Casi seguro que es una persona que dice las cosas tal como son a pesar de las consecuencias que esto le pueda acarrear.

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Quizá piensa que el tacto y la diplomacia son menos importantes que la honestidad.

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No es una persona susceptible, simplemente un individuo que tiene poco tiempo para el tipo de juego que significa el hablar delicadamente y teniendo cuidado de decir las cosas bien para evitar herir a los demás.

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¿No te parece irónico?

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La gente que parece conseguir la mayor cantidad de aprobación en la vida es precisamente la que nunca la busca, que no la desea y a la que menos le preocupa conseguirla.

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He aquí una pequeña fábula que podemos aplicar para ilustrar este caso, ya que la felicidad es la ausencia de la búsqueda de aprobación como necesidad.

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Un gato grande vio cómo un gatito pequeño trataba de pescarse la cola y le preguntó:

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- ¿Por qué tratas de pescarte la cola en esa forma?.

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El gatito dijo:

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- He aprendido que lo mejor para un gato es la felicidad, y que la felicidad es mi cola. Y por eso la persigo y trato de pescármela; y cuando la pesque habré logrado la felicidad.

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El gato viejo le dijo:

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- Hijo mío, yo también le he prestado atención a los problemas del universo, yo también he pensado que mi cola era la felicidad. Pero, me he dado cuenta que cuando la persigo se me escapa y cuando voy haciendo lo que tengo que hacer ella viene detrás mío por dondequiera que yo vaya.

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De modo que, si tanto quieres merecer aprobación es irónico pensar que la mejor manera de lograrla es no desearla y evitar correr tras ella y no reclamársela a todo el mundo.

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Estando en contacto contigo mismo y usando la imagen positiva de ti mismo como consejera, recibirás mucha más aprobación.

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Por supuesto que nunca recibirás aprobación de todo el mundo por todo lo que haces, pero cuando te consideres a ti mismo como una persona valiosa no te deprimirás cuando te la niegan.

Considerarás que la desaprobación es una consecuencia natural de la vida en este planeta donde la gente es individualista en sus percepciones.

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Wayne W. Dyer (de su libro: Tus zonas erróneas)

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Creemos que para ser felices necesitamos de la aprobación de los demás, buscamos cómo agradar, qué decir o hacer con tal de recibir una palabra, un gesto, algo que nos haga sentir que somos valiosos.

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Nuestro valor parece ser medido por los otros, no por nosotros.

Entonces cuando estamos solos pensamos que no valemos nada, que incluso no nos aceptan, o no nos aprecian, o no nos quieren.

Nos sentimos poco valiosos, poco importantes porque vivimos pensando en el afuera, en los demás…

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No nos damos cuenta que el verdadero valor está en uno mismo, que no importa si nos aprueban o nos desaprueban, somos como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos.

Si dejáramos de preocuparnos por buscar esa aprobación, si buscáramos en nosotros todo aquello que buscamos afuera, si no nos importara tanto el qué dirán, nuestra vida sería diferente, muy diferente.

Somos valiosos porque somos únicos e irrepetibles, cada uno de nosotros lleva en si algo que lo distingue, algo que lo hace diferente.

Intentemos vernos de una manera positiva, aprendamos a querernos como somos… esa es la clave.