31 Dias con Jesus - 15avo dia

8:43

¿Agobiado, Cansado, Desesperado?
Descubre porque el Señor Jesús se tomaba tiempo para estar a solas

Lectura: Mateo 14:1-36
Cuando la fama de Jesús llegó a oídos del rey Herodes Antipas, que gobernaba la región, éste dijo a sus hombres: ¡De seguro es Juan el Bautista que ha resucitado! ¡Por eso puede hacer milagros! Este Herodes era el que había prendido a Juan y lo había encadenado en la cárcel por exigencias de Herodías, que había sido esposa de su hermano Felipe. Herodías odiaba a Juan, porque éste se había atrevido a decirle al rey que era incorrecto que se casara con ella. Herodes lo habría matado en seguida, pero temía que el pueblo se le rebelara, ya que la gente consideraba que Juan era profeta. Sucedió entonces que durante la celebración del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó para el rey, y a éste le agradó tanto que juró darle cualquier cosa que pidiera. Mal aconsejada por su madre, la muchacha pidió que le trajeran la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja. Al rey no le agradó nada aquella petición, pero como había hecho juramento y como no quería romperlo delante de sus invitados, mandó que la complacieran.

Al poco rato decapitaron a Juan en la prisión y le ofrecieron a la muchacha la cabeza en una bandeja, y ella se la llevó a su madre. Después los discípulos de Juan fueron, lo enterraron y corrieron a contarle a Jesús lo sucedido. Cuando le dieron a Jesús la noticia, él tomó una barca y se fue a un lugar desierto donde pudiera estar a solas. Pero la gente vio hacia dónde se dirigía, y muchos fueron a pie hasta allá desde las ciudades vecinas. Cuando Jesús llegó, encontró que una vasta multitud lo esperaba y, compadecido, sanó a los enfermos.

Al atardecer, los discípulos se le acercaron y le dijeron: Ya pasó la hora de la cena y aquí en el desierto no hay nada que comer. Despide a la gente para que vaya por los pueblos a comprar alimentos. Les respondió Jesús: "¿Por qué? ¡Denles ustedes de comer!" Ellos dijeron: "¿Pero con qué, si no tenemos más que cinco panecillos y dos pescados?" Jesúes les dijo: ¡Pues tráiganlos!

La gente se fue sentando en la hierba a petición de Jesús. Él, tomando los cinco panes y los dos pescados, miró al cielo, los bendijo, y comenzó a partir los panes y a darlos a los discípulos para que los distribuyeran entre la gente. Nadie se quedó sin comer. ¡Y hasta sobraron doce cestas de comida, a pesar de que había cerca de cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños!

Mientras despedía a la multitud, Jesús les pidió a los discípulos que se subieran a la barca y se fueran al otro lado del lago. Al quedarse solo, Jesús subió al monte a orar. La noche sorprendió a los discípulos en medio de las aguas agitadas y luchando contra vientos contrarios. A las tres de la mañana Jesús se les acercó, caminando sobre las aguas turbulentas. Los discípulos, al verlo, gritaron llenos de espanto: ¡Es un fantasma! Pero Jesús inmediatamente les gritó: "¡Calma! ¡No tengan miedo! ¡Soy yo!"

Pedro le respondió: "Señor, si realmente eres tú, ordena que también yo camine sobre el agua y vaya hasta donde tú estás". Jesús respondió: "¡Está bien!, ¡ven!" Sin vacilar, Pedro salió por la borda y caminó sobre las aguas hacia Jesús. Pero al percatarse de o que hacía y de la inmensidad de las olas que se le echaban encima, sintió miedo y comenzó a hundirse. Gritó horrorizado: "¡Señor, sálvame!"

Extendiendo la mano, Jesús lo sujetó y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Cuando subieron a la barca, los vientos cesaron. Los otros discípulos, maravillados, se arrodillaron y le dijeron: ¡No cabe duda de que eres el Hijo de Dios!

Desembarcaron en Genesaret. La noticia de la llegada de Jesús se esparció rápidamente por la ciudad. Numerosas personas corrieron de un lugar a otro avisando que podían llevarle los enfermos para que los sanara. Muchos le rogaban que les dejara tocar aunque sólo fuera el borde de su manto; y los que lo tocaban, sanaban.

Reflexión
¿Podrías intentar imaginar lo que acabamos de leer? Imagina que has ido caminando junto con la gente que estaba siguiendo a Jesús. Ahora si te tocó ver a Jesús en diferentes situaciones: triste por la muerte de un buen amigo, alimentando a más de 5000 personas, caminando sobre las aguas, y calmando al mar... ¡increíble!

¿Qué te sorprendió más? A mí, el momento en que decidió estar a solas. Después de haber recibido la noticia de que su amigo había sido asesinado, Él quiso estar a solas. Aunque la multitud lo alcanzó un poco despúes. Pero me llamó mucho la atención que Él decidió estar a solas y allí encontró la paz que necesitaba. Él sabía que tenía muchas cosas qué hacer, sanar enfermos, liberar endemoniados; pero también sabía que necesitaba un momento para Él mismo. Sus milagros fueron maravillosos, pero en medio de la multitud, de la gente, de la presión, de su agenda tan apretada, y de la misión que venía a cumplir, Él necesitaba tiempo a solas.

Esto me recuerda la importancia de tener tiempo a solas con el Padre. No importa cuán difícil estuvo el día, en la escuela, en la casa, en la oficina, etc. Necesitamos pasar tiempo con Dios a solas. No es suficiente con el tiempo que pasamos con Dios en medio de la multitud (en la iglesia), necesitamos tiempos en paz y soledad con el Señor cada día. Creo que debemos aprender del ejemplo de Jesús, quien a pesar de un día tan pesado, buscó un momento a solas con el Padre. No te olvides del Salmo 46:10: "¡Estad quietos!, y sepan que Yo soy Dios"

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