Dios está escondido en las difi cultades
7:27
“-¿Tú has notado lo sereno que está? Nosotros estamos tensos, pero él está tranquilito. ¡No parece un hombre que está en peligro de muerte!” - “Es cierto”, contestó otro, “a mí también me ha extrañado…” Quienes así hablaban eran parientes cercanos de un honorable intelectual dominicano, Pedro Troncoso Sánchez, a quien iban a operar de vida o muerte.
Fue el mismo don Pedro quien les dio la razón de su paz cuando, poco antes de la operación, dijo a todos: “He descubierto que la muerte no es más que la puerta de entrada hacia una vida eterna llena de felicidad, y quien está consciente de eso, no tiene ningún temor a la muerte”.
Dentro de su grave dificultad, un susurro amoroso le había dado confianza y paz.
Si usted lee o escucha hoy, el evangelio de Mateo, 14,22-33, encontrará allí la narración de otra situación de miedo vencida por la fe. Se trata del Pedro original, San Pedro, caminando sobre las aguas hacia el Señor.
Mientras San Pedro mantenía su vista en el Señor no tuvo problemas.
Pero de repente, “al fijarse en la violencia del viento, tuvo miedo, y comenzó a hundirse”. (Mateo 14,30).
Fíjense que Pedro no teme porque se hunde, sino que se hunde porque teme. (Sal. 69, 2) Suerte que se acordó nuevamente del Señor y le gritó: “¡Sálvame Señor” Y dice el evangelio que “Al instante Jesús extendió la mano y le dijo: hombre de poca fe, ¿porqué vacilaste?”. (Mateo 14,31).
La debilidad que tuvo San Pedro entonces, la tenemos muchos hoy. Por otra parte, la fortaleza que luego demostró San Pedro en su vida también la tienen muchos hoy, gracias a Dios y a él, que nos enseñó a quién gritar: “¡Sálvame, Señor”.
Don Pedro es un ejemplo de esto último. Un ejemplo de la paz que produce una fe confiada, de liberación de miedo.
En él se cumplió lo dicho por San Pablo de que el Señor, con su triunfo sobre la muerte, “libertó a los hombres que toda su vida permanecían paralizados por miedo a la muerte”.
(Hebreos 2,15) La fe en el Señor de la vida, liberó a Don Pedro del miedo a la muerte.
Y quien no tiene miedo a la muerte ¿a qué temerá...? Pido a Dios que, al igual que a él, también a usted y a mí nos conceda la sabiduría de poder decir con una sonrisa de paz y de gozo:
EL SEÑOR ES MI LUZ Y MI SALVACIÓN, ¿A QUIÉN TEMERÉ? EL SEÑOR ES LA DEFENSA DE MI VIDA, ¿QUIÉN ME HARÁ TEMBLAR?.
(Salmo 27, 1) LA PREGUNTA DE HOY ¿CÓMO SE CONSIGUE ESA FE QUE DESVANECE EL MIEDO?
La fe es un regalo que Dios hace a la persona que hace silencio y lo escucha. Y para escuchar a Dios hay que “desocupar la línea:” Hay que hacer silencio, porque… La voz de Dios es un susurro, que sólo se escucha en el silencio y ese susurro amoroso ahuyenta el miedo humano.
“La fe no es un poder que asegura nada, sino una confianza que se afianza en la credibilidad”. P. Javier Garrido.
Luis García Dubus
Dentro de su grave dificultad, un susurro amoroso le había dado confianza y paz.
Si usted lee o escucha hoy, el evangelio de Mateo, 14,22-33, encontrará allí la narración de otra situación de miedo vencida por la fe. Se trata del Pedro original, San Pedro, caminando sobre las aguas hacia el Señor.
Mientras San Pedro mantenía su vista en el Señor no tuvo problemas.
Pero de repente, “al fijarse en la violencia del viento, tuvo miedo, y comenzó a hundirse”. (Mateo 14,30).
Fíjense que Pedro no teme porque se hunde, sino que se hunde porque teme. (Sal. 69, 2) Suerte que se acordó nuevamente del Señor y le gritó: “¡Sálvame Señor” Y dice el evangelio que “Al instante Jesús extendió la mano y le dijo: hombre de poca fe, ¿porqué vacilaste?”. (Mateo 14,31).
La debilidad que tuvo San Pedro entonces, la tenemos muchos hoy. Por otra parte, la fortaleza que luego demostró San Pedro en su vida también la tienen muchos hoy, gracias a Dios y a él, que nos enseñó a quién gritar: “¡Sálvame, Señor”.
Don Pedro es un ejemplo de esto último. Un ejemplo de la paz que produce una fe confiada, de liberación de miedo.
En él se cumplió lo dicho por San Pablo de que el Señor, con su triunfo sobre la muerte, “libertó a los hombres que toda su vida permanecían paralizados por miedo a la muerte”.
(Hebreos 2,15) La fe en el Señor de la vida, liberó a Don Pedro del miedo a la muerte.
Y quien no tiene miedo a la muerte ¿a qué temerá...? Pido a Dios que, al igual que a él, también a usted y a mí nos conceda la sabiduría de poder decir con una sonrisa de paz y de gozo:
EL SEÑOR ES MI LUZ Y MI SALVACIÓN, ¿A QUIÉN TEMERÉ? EL SEÑOR ES LA DEFENSA DE MI VIDA, ¿QUIÉN ME HARÁ TEMBLAR?.
(Salmo 27, 1) LA PREGUNTA DE HOY ¿CÓMO SE CONSIGUE ESA FE QUE DESVANECE EL MIEDO?
La fe es un regalo que Dios hace a la persona que hace silencio y lo escucha. Y para escuchar a Dios hay que “desocupar la línea:” Hay que hacer silencio, porque… La voz de Dios es un susurro, que sólo se escucha en el silencio y ese susurro amoroso ahuyenta el miedo humano.
“La fe no es un poder que asegura nada, sino una confianza que se afianza en la credibilidad”. P. Javier Garrido.
Luis García Dubus
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