Soplar el aliento divino
8:23
El ser humano es una esencia divina hecha con el verdadero conocimiento de un ser supremo: Dios. Ese halo creador, ese soplo divino que tenemos todos... ¿cómo lo vemos?, ¿dónde radica ese soplo de vida que habita en cada uno de nosotros?, ¿cómo podemos utilizarlo? De manera conciente nos beneficiamos de él en el día a día, pues es ese aliento de vida que sale por la boca cuando dejamos el cuerpo en la desencarnación de la materia, nuestro último suspiro de vida, dicen muchos. Esto es cuando el espíritu abandona el cuerpo, con la diferencia de que no va regresar porque su tiempo de vida en ese cuerpo se venció, y por lo tanto el cordón de plata o energía que lo tenía unido al cuerpo materia se disolvió. Ese halo de energía que es el espíritu del cuerpo no ocupará más ese espacio de materia.
Ese aliento divino que nos hace hablar, blasfemar, herir, curar, obrar maravillas con emanaciones de energías divinas que muchos desprecian a lo largo y lo ancho de sus días, es un soplo hacedor y destructor que tiene la fuerza de Dios. Es ese calor que emana de la boca que puede decir si están bien o mal en lo corporal y en lo espiritual. Ese aliento que emanamos es sanador, obra pequeños milagros cuando lo practicamos a diario y, su uso es desconocido para la gran mayoría de ustedes.
Pero los que lo utilizan saben cuán beneficioso y dador de resultados es. Para poder ver sus beneficios deben practicarlo a diario, varias veces al día. Con esto elevan la aceptación de sus niveles de energía y será más fácil determinar en qué grado de energía están para ponerlo a funcionar.
Esto lo hacen muchas veces y al día y no se dan cuenta que cuando ponen sus manos sobre la boca y soplan, ese calor que emana de adentro de sus cuerpos es aliento divino. Mide también los grados de aceptación para con ustedes mismos ya que el grado de calor se mide por la idea primaria que lo originó, es decir, el pensamiento o idea que tuvo al producir ese halo de energía divina.
Pero también ese aliento divino es conocedor de todo lo que se refiere a ustedes en el saber de que es hora de ordenar el espíritu para la ascensión. Este aliento se calibra en energía de medidor en lo que deben de poner en orden en sus mundos espirituales, ya sean emociones, sentimientos e ideas. No les estén quitando la fuerza a ese aliento divino. Conéctese con este, para plasmarlo en sus manos y que se convierta en energía dorada, que es la energía del cristo vivo en ustedes.
Trasciendan sus dualidades para que los coloque donde el orden espiritual los toque, para que puedan simplificar su vida es pos de tener un despertar de su propia divinidad a través de aceptar que ese aliento divino que mora en ustedes es Dios.
Thany Matos de Sucart
Pero los que lo utilizan saben cuán beneficioso y dador de resultados es. Para poder ver sus beneficios deben practicarlo a diario, varias veces al día. Con esto elevan la aceptación de sus niveles de energía y será más fácil determinar en qué grado de energía están para ponerlo a funcionar.
Esto lo hacen muchas veces y al día y no se dan cuenta que cuando ponen sus manos sobre la boca y soplan, ese calor que emana de adentro de sus cuerpos es aliento divino. Mide también los grados de aceptación para con ustedes mismos ya que el grado de calor se mide por la idea primaria que lo originó, es decir, el pensamiento o idea que tuvo al producir ese halo de energía divina.
Pero también ese aliento divino es conocedor de todo lo que se refiere a ustedes en el saber de que es hora de ordenar el espíritu para la ascensión. Este aliento se calibra en energía de medidor en lo que deben de poner en orden en sus mundos espirituales, ya sean emociones, sentimientos e ideas. No les estén quitando la fuerza a ese aliento divino. Conéctese con este, para plasmarlo en sus manos y que se convierta en energía dorada, que es la energía del cristo vivo en ustedes.
Trasciendan sus dualidades para que los coloque donde el orden espiritual los toque, para que puedan simplificar su vida es pos de tener un despertar de su propia divinidad a través de aceptar que ese aliento divino que mora en ustedes es Dios.
Thany Matos de Sucart
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