Carrera de Sapos

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Era una vez una competencia de sapos. El objetivo era llegar a lo alto de una gran torre. Había en el lugar, una gran multitud, mucha gente para vibrar y gritar por ellos. Comenzó la competencia. Pero como la multitud no creía que pudieran alcanzar la cima de aquella torre, lo que más se escuchaba era: ¡Qué pena! Esos sapos no lo
van a conseguir, no lo van a conseguir.

Los sapitos comenzaron a desistir. Pero había uno, que persistía y continuaba subiendo en busca de la cima. La multitud continuaba gritando: ¡Qué pena! Ustedes no lo van a conseguir. Y los sapitos estaban dándose por vencidos salvo por aquel sapito que seguía y seguía tranquilo y ahora cada vez más con más fuerza.

Llegando el final de la competencia todos desistieron, menos ese sapito que curiosamente, en contra de todos, seguía y seguía, hasta que por fin pudo llegar a la cima con todo su esfuerzo. Todos querían saber cómo lo había logrado, así que un sapito le fue a preguntar, ¿cómo había conseguido concluir la prueba?, pero el sapito no respondió. ¡Era sordo!

No permitas que personas con pensamientos negativos, derrumben las mejores y más sabias esperanzas de tu corazón. Las palabras que escuchas tienen mucho poder. Por lo tanto, preocúpate siempre de ser positivo. Sé siempre “sordo” cuando alguien te diga que no puedes realizar tus sueños.

Pero hay una persona a la cual no te queda otra alternativa que creerle: Tú mismo. Para que tu mundo tenga sentido, debes creer en lo que te dices. Hacer lo contrario te llevaría a la locura. El problema es que no todo lo que te dices es para tu propio beneficio.

¿Alguna vez te has encontrado diciéndote “Nunca podré terminarlo” o “Simplemente no sirvo para esto”? ¿Qué sentido tiene decirte algo así? ¡Ninguno! Lo único que logras es convencerte de tu propia debilidad.

Cuando te descubras haciéndolo, detente. Y en cambio, dite algo como “Estoy haciendo progresos” o “Estoy haciéndolo mejor cada vez”. Sea lo que fuere que te digas a ti mismo, lo creerás. Y sea lo que sea que creas, serás. Esa es la fuerza de las afirmaciones positivas. No son tan sólo rituales escapistas para “sentirse bien”, sino que realmente programan tu mente para el éxito. Después de todo, tú eres tu consejero más confiable. Asegúrate de estar dándote a ti mismo el mayor apoyo, el mejor consejo y el mayor aliento posible, cada día.

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