El beneficio de morir
0:02Saber decir adiós es una de las pruebas más grandes de la experiencia humana.
Hoy reverenciamos a todos y cada uno de nosotros porque todos somos fuente, origen, destino y camino móviles de la vida para seguir evolucionando. Por todas aquellas cosas, estilos de vida, lugares, relaciones, personas, ideas, posiciones, títulos, nombramientos, estados de ser, formas , y miles de etcéteras a los que morimos continuamente.
Conscientes o inconscientes somos instrumentos gloriosos de la fuerza de la vida para seguir cambiando, para seguir expandiéndose.
A veces doliendo tanto que, en efecto, sentimos morir en vida. Enorme valentía de todos y cada uno para dar paso a los nuevos procesos, a las nuevas vivencias, a las nuevas formas de evolución. Lo cierto es que la muerte nos acompaña para que podamos seguir experimentando más la vida.
Gigante y poco fácil paradoja, pero al final, ¿quienes seríamos sin renacer miles y millones de veces? Probablemente es que tenemos que integrar la muerte con el mismo amor con el que integramos la vida. Incluso, como un proceso en el que participamos de manera consciente, es decir, en lugar de aferrarnos a un proceso que ya no tiene marcha atrás, poner la voluntad despierta para que concluya con facilidad y gratitud.
Despedirlo sí, pero sin oponer resistencia. Dejarnos ir sabiendo que lo que está muriendo muy seguramente dará paso a lo siguiente en nuestro camino de evolución.
Mucho del miedo y del sufrimiento que surgen de la muerte son generado por los esquemas acartonados que tenemos sobre el mundo y la vida. Nos resistimos al cambio que proviene de la muerte, porque nos casamos con un modelo de vida determinado que creemos nos hará “felices para siempre” y tenemos pavor a su terminación en cualesquiera de sus partes.
Pero si fluyéramos como balsa sobre un río, probablemente no nos costaría tanto; dejaríamos ir lo viejo, abriríamos paso a lo nuevo y no repetiríamos con tanta vehemencia los mismos errores, los mismos pasajes, las mismas historias y los mismos horrores.
Toño Esquinca .
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