Los dos caminos

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San Mateo 7,13-14 Entren por la puerta angosta. Porque la puerta y el camino que llevan a la perdición son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos; pero la puerta y el camino que llevan a la vida son angostos y difíciles, y pocos los encuentran.

El evangelio nos habla de dos caminos, el angosto que lleva al cielo y el camino ancho que lleva a la condena eterna.
Para tomar el camino angosto que lleva a la salvación a muchos de nosotros nos impiden dos cosas

1.- LA COMODIDAD
En la iglesia estaba el sacerdote hablando acerca de tomar el camino para ir al cielo y preguntaba a los feligreses:
¿Quienes quieren ir al cielo?
¡Milagro! De los 70 que asistían a la iglesia ese día 69 levantan la mano y con voz fuerte dicen en su mayoría:
Yo padrecito, Yo también, Yo quiero seguir el camino que lleva al cielo… decían los 69 de los 70 feligreses.
Como ya se dieron cuenta, uno de los 70 no levanta la mano.
El padrecito asombrado por la actitud de este feligrés, le pregunta en voz alta:
-¿y tu? ¿No quieres tomar el camino que lleva al cielo?
No es eso padrecito, lo que pasa es que como todos levantaron la mano para ir al cielo, pienso que este Autobús, que va camino al cielo, esta ya lleno y no quedan asientos vacíos, no levanto la mano por ello, ya no quedan asientos vacíos, y no estoy loco para ir incomodo y parado, si voy a tomar el camino al cielo quiero hacerlo, pero quiero ir sentado y cómodo…

Seguro que todos queremos tomar el camino al cielo, pero no nos gusta la incomodidad, no nos gusta el sacrificio no nos gusta lo difícil, no nos agrada la idea de cada día negarnos y tomar nuestra cruz, y Seguir el camino que lleva al cielo.
Queremos seguir al Señor, queremos ir al cielo pero queremos hacerlo muy cómodamente por el camino fácil, por el camino de la corriente de este mundo.

2.- “NO HAY PRISA” “NO HAY APURO”
Nuevamente pongamos de ejemplo la historia anterior pero con otro argumento:
El siguiente domingo el Sacerdote seguía tocando el tema del camino para ir al cielo
Y nuevamente preguntaba a los feligreses:
¿Quienes aun quieren tomar el camino al cielo?
A diferencia del domingo anterior de los 70 que asistían ese día a la iglesia solo 7 levantan la mano y con voz fuerte decían en su mayoría:
Yo padrecito, Yo también, Yo quiero tomar el camino al cielo… decían 7 de los 70 feligreses.
Y la mayoría no levanto la mano. (Parece que en el transcurso de la semana se desanimaron al escuchar a uno de ellos que quería ir sentado y cómodo)
Muy preocupado esta vez, el padrecito pregunta:
¿Qué paso? ¿Qué les ha ocurrido? Hace una semana todos querían ir por el camino que lleva al cielo y hoy solo unos cuantos quieren hacerlo en realidad solo el 10% quiere tomar este camino.
-¿Qué es lo que ha pasado? ¿Qué sucedió para que cambien de opinión?
Y todos a una sola voz, dijeron:
- No hay por que apurarse, no hay prisa, aun tenemos que divertirnos, tenemos mucho dinero que gastar, tenemos cosas mejores que hacer, no hay apuro padrecito en tomar el camino que lleva al cielo…

Si hay algo que se opone y nos impide seguir el camino angosto que lleva al cielo, es la decisión que tomamos de pensar y creer que aun hay tiempo, pensamos que viviremos mas de 100 años, por lo tanto aun estamos jóvenes y tenemos mucho tiempo, no hay por que apurarse.

El Señor en su palabra nos recuerda y aconseja que escojamos el camino que lleva al cielo.
Tenemos dos opciones, dos caminos a seguir:
El camino ancho, espacioso lleno de diversiones pasajeras, es fácil acceder a este camino, aparentemente es muy fácil seguir este camino, pero cuando hemos avanzado por este camino, lo que era cómodo, lo que era divertido, lo que era muy fácil, se torna complicado, se convierte en un camino difícil y tortuoso.
Sin embargó el camino estrecho, que lleva al cielo, al principio parece tortuoso, parece difícil al principio seguir este camino pero una vez hemos decidido seguir este camino, con la gracia y ayuda de Dios, este camino se convierte en un camino fácil, todo se convierte en un caminar de prueba en prueba pero siempre Victoria tras Victoria. Gloria a Dios.

Todos los días decidámonos por tomar el camino al cielo, para ello debemos olvidarnos de la comodidad, debemos apresurarnos en negarnos a nosotros, aprisa y apurados dispongámonos a tomar nuestra cruz y con la compañía, con la gracia de Dios, marchemos y andemos por el Camino que Jesucristo nos ha enseñado. Amen.

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