El desapego
0:05Desapego es una palabra mucho más sonada en los últimos tiempos que nunca antes. Y cuesta como nada en el mundo. De hecho, religiones como la budista afirman que el apego es, en rea-lidad, la causa de todo sufrimiento, y si nos cercioramos de esto en la observación de nuestra experiencia podemos ver que tiene mucho de verdad.
Es posible estar apegados o amarrados a ideas, dogmas, estilos de vida, lugares, cosas; por supuesto, personas, animales, etcétera y entre más apegados estamos, más crece nuestro miedo a perder todo esto. Nos volvemos altamente vulnerables a los cambios de la vida y nos ponemos en la zona furiosa de abatimiento por estas transformaciones.
Muchas técnicas de meditación tienen su columna vertebral en –justamente– colocarnos en un punto de vista de observador, de ser un testigo del constante cambio, desde nuestro cuerpo hasta el mundo circundante, sin dejarse llevar por los vaivenes de las terminaciones y de los nuevos comienzos.
Es muy diferente vivirlos a partir de la visión de un ser que contempla el proceso de muerte y renacimiento como el mecanismo de la vida para expandirse y continuar, que en el papel de acción-reacción al que estamos acostumbrados. No es que no nos duela perder lo que amamos, eso es natural, sino que entre más identificados estamos con el mundo exterior: soy hijo de, padre de, director de, dueño de, etcétera; más nos convertimos en presas del miedo y del sufrimiento al no tener aquello a lo que estábamos acostumbrados.
Las técnicas meditativas del ser sin identificarnos con lo externo nos ofrecen, al menos, la posibilidad de vivir los cambios sin tanto dolor, sin el horror del viejo modelo donde la pérdida de un amor, de una empresa, de un hijo, de una fortuna, de la salud, se vuelve devastadora; dando paso a una forma más noble y natural de vivir los cambios con aceptación, para así poder seguir adelante y salir más fortalecidos abrazando lo nuevo que la vida tiene para ofrecernos en su continuo proceso de renacimiento.
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