Un minuto con Dios
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Y el hombre ha de renovarse también; sobre la destrucción del hombre viejo del pecado ha de surgir el hombre nuevo de la gracia; hombre nuevo, que se ha de señalar estas metas: emerger del silencio, para ser el Verbo creador; gozar con el dolor del alumbramiento, para ser el hombre-niño; deponer esclavitudes, para ser el hombre-libre; conquistar la realidad de su existir, para ser el hombre-nuevo.
Hay que mirar la vida con alegría, entristeciéndose y avergonzándose sólo del odio y no del amor; hay que encariñarse con el mundo y con la vida; hay que ponerle multa al miedo y perseguir al pesimismo; hay que mirar siempre hacia las alturas, al azul del cielo y no deslizarse a ras de tierra.
“Habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús a despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompe, siguiendo la seducción de las concupiscencias, a renovar el espíritu de vuestra mente y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad” (Ef, 4, 22-24).
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