Un minuto con Dios

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El mundo de hoy está exigiendo hombres que ten­gan la honestidad y el coraje de comprometerse; com­prometerse supone ambas cosas; honestidad, porque el compromiso es una posición exigitiva de la fe; coraje, porque es preciso atenerse a las consecuencias del com­promiso, que surge de la fe.

Luchar por esa profunda renovación interior, que fortalece y templa, para producir cambio en el ambien­te donde actuamos.

Prestarle a Cristo nuestros brazos, nuestras acciones, nuestra personalidad, nuestra pre­sencia en el mundo.

Tener respuestas concretas, actuales, a las preguntas más candentes que nos formulen.
Si se refieren a Dios y nos callamos, es porque no profundizamos nues­tra fe; y si se refieren al mundo en que vivimos y no exponemos nuestros convencimientos personales, es porque somos indiferentes a la realidad que nos cir­cunda.

Comprometerse es tener siempre coraje, deci­sión, convencimiento y fe.

“Muchos viven como enemigos de la cruz de Cristof cuyo final es la perdición.., que no piensan más que en las cosas de la tierra. Pero nosotros somos ciudada­nos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo” (Filp, 3, 18-20).

El materialismo es el peor enemigo del hombre moderno, la preocupación excesiva por las cosas de aquí abajo, con detri­mento de las cosas de arriba.

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