Florece donde Estés
0:00
Una joven pareja se mudó a otra 
ciudad, lejos de la  familia y los amigos. Llegó la mudanza, la pareja 
desempacó sus  pertenencias y el marido empezó a trabajar a la semana 
siguiente. Todos  los días al llegar a su casa, su esposa lo recibía en 
la puerta con una  nueva queja.
- "Aquí hace mucho calor".
- "Los vecinos no son amigables".
- "La casa es muy chica".
- "Los niños me están volviendo loca".
- "Los vecinos no son amigables".
- "La casa es muy chica".
- "Los niños me están volviendo loca".
Y cada tarde, su esposo la abrazaba 
mientras  escuchaba sus comentarios negativos. Lo siento, le decía, 
"¿qué puedo  hacer para ayudarte?"
Su esposa se calmaba y se secaba las lágrimas, pero empezaba con lo mismo al día siguiente.
Una tarde, su marido llegó a su casa con
 una hermosa  planta con flores. Encontró un sitio apropiado en el 
jardín y la plantó.  "Querida, le dijo, cada vez que te sientas triste, 
sal al jardín.  Imagina que eres esa plantita, y mira como crece en tu 
jardín".
Cada semana traía a casa un árbol nuevo,
 o rosales, o  plantas y las plantaba en el jardín. Su esposa cortó 
algunas flores y  se las llevó a una vecina. Cada mañana regaba el 
jardín y observaba el  crecimiento de las plantas.
También creció la amistad con otras 
mujeres de la  cuadra y le pidieron consejo con sus jardines. Muy 
pronto, también le  estaban pidiendo consejo espiritual.
Al finalizar el año siguiente, el jardín de esta pareja se parecía a los jardines que aparecen en la revista Buen Hogar.
Nuestro Padre Celestial sabe que todos 
tenemos que  aprender a florecer en el lugar en el cual hemos sido 
trasplantados. Con  su sabio toque de amor, no sólo vamos a florecer 
sino que vamos a  producir continuamente el fruto del amor, la ternura y
 el  contentamiento.
Una joven pareja se mudó a otra ciudad, 
lejos de la  familia y los amigos. Llegó la mudanza, la pareja desempacó
 sus  pertenencias y el marido empezó a trabajar a la semana siguiente. 
Todos  los días al llegar a su casa, su esposa lo recibía en la puerta 
con una  nueva queja.
- "Aquí hace mucho calor".
- "Los vecinos no son amigables".
- "La casa es muy chica".
- "Los niños me están volviendo loca".
- "Los vecinos no son amigables".
- "La casa es muy chica".
- "Los niños me están volviendo loca".
Y cada tarde, su esposo la abrazaba 
mientras  escuchaba sus comentarios negativos. Lo siento, le decía, 
"¿qué puedo  hacer para ayudarte?"
Su esposa se calmaba y se secaba las lágrimas, pero empezaba con lo mismo al día siguiente.
Una tarde, su marido llegó a su casa con
 una hermosa  planta con flores. Encontró un sitio apropiado en el 
jardín y la plantó.  "Querida, le dijo, cada vez que te sientas triste, 
sal al jardín.  Imagina que eres esa plantita, y mira como crece en tu 
jardín".
Cada semana traía a casa un árbol nuevo,
 o rosales, o  plantas y las plantaba en el jardín. Su esposa cortó 
algunas flores y  se las llevó a una vecina. Cada mañana regaba el 
jardín y observaba el  crecimiento de las plantas.
También creció la amistad con otras 
mujeres de la  cuadra y le pidieron consejo con sus jardines. Muy 
pronto, también le  estaban pidiendo consejo espiritual.
Al finalizar el año siguiente, el jardín de esta pareja se parecía a los jardines que aparecen en la revista Buen Hogar.
Nuestro Padre Celestial sabe que todos 
tenemos que  aprender a florecer en el lugar en el cual hemos sido 
trasplantados. Con  su sabio toque de amor, no sólo vamos a florecer 
sino que vamos a  producir continuamente el fruto del amor, la ternura y
 el  contentamiento.

0 comentarios