Un minuto con Dios
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Amar es condenarse a servir, porque servir es la exigencia imperiosa de la dinámica del amor; por eso es fácil descubrir, sin temor a engañarnos, si amamos de veras o si somos falsos en nuestras protestas de amor.
Cuando uno se cansa de servir es porque se ha cansado de amar; cuando uno deja de amar es porque previamente ha dejado de servir.
¿Quieres seguir amando, aumentando tu amor?
No cejes en tu actitud de servicio; pero ten presente que si debes amar a todos, porque ése es el primer precepto de la Ley, quiere decir que has de estar en disposición de servir a todos; a todos sin excepción, porque a todos debes amar, a todos estás obligado a amar.
No te decepcione el amor; si te decepciona, examina con detención y sinceridad si primero tú no decepcionaste al servicio de tu prójimo.
“Vuestra caridad sea sin fingimiento… amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los demás, con un celo sin negligencias, con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor con la alegría de la esperanza… compartiendo las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad” (Rom, 12, 9-13).
Cuando uno se cansa de servir es porque se ha cansado de amar; cuando uno deja de amar es porque previamente ha dejado de servir.
¿Quieres seguir amando, aumentando tu amor?
No cejes en tu actitud de servicio; pero ten presente que si debes amar a todos, porque ése es el primer precepto de la Ley, quiere decir que has de estar en disposición de servir a todos; a todos sin excepción, porque a todos debes amar, a todos estás obligado a amar.
No te decepcione el amor; si te decepciona, examina con detención y sinceridad si primero tú no decepcionaste al servicio de tu prójimo.
“Vuestra caridad sea sin fingimiento… amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los demás, con un celo sin negligencias, con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor con la alegría de la esperanza… compartiendo las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad” (Rom, 12, 9-13).
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