Un minuto con Dios

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Lleno de significado el relato de aquella señora: Fue al hospital de niños, llevándoles golosinas y juguetes; iba pasando de una cama a otra, depositando en las manos de los enfermitos su obsequio; pero una niña enferma no quiso recibir nada, mientras presentaba un rostro tristón.

Al preguntarle por qué no quería recibir ni juguetes ni golosinas, respondió que no era eso lo que ella esperaba. Se le preguntó de nuevo qué esperaba, qué deseaba, y ella replicó:
—Lo que yo espero es a alguien que me dé un beso.

Dirás que es una puerilidad, pero es que son muchas las personas que en su interior llevan un niño que fácilmente se despierta y no deja de llorar hasta que le dan lo que necesita.

¿Por qué no te preocupas de descubrir al niño de cada uno y de darle un poco de afecto, algo más de bondad, una sonrisa, una compañía al menos de media hora de conversación?

El mundo se muere por falta de afecto, por frío de corazones.

“Cualquier otro precepto en esta sentencia se resume: Amarás al prójimo como a ti mismo… El amor es el cumplimiento de la ley” (Rom, 13, 9-10; I Jn, 4, 20).

“Esta doctrina posee hoy extraordinaria importancia a causa de dos hechos: la creciente independencia mutua de los hombres y la unificación asimismo creciente del mundo” (GS, 24).


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