La Hermandad

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Desde el  principio,  en la Escritura, Dios concede importancia a las relaciones fraternales. Caín, luego de quitar la vida a su hermano Abel, le pregunta a Dios: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” La palabra utilizada para «guarda» (del hebreo significa «resguardar, proteger, atender o considerar»

Todas las alteraciones en el orden familiar y social, como el homicidio, el abuso (en todas sus formas) y un escaso concepto de la vida, se inició cuando entró el pecado y rompió  el verdadero concepto y funcionamiento normal de la vida con el que fuimos creados.

Un “pequeño” pecado de desobediencia de Adán y Eva, abrió la puerta a un horroroso crimen. Esto nos hace ver la gravedad  de los llamados  “pecados pequeños”.

En la 1ª Carta de Juan leemos que Caín mató a su hermano porque sus obras eran malas, y las de su hermano Abel eran  justas.

No sólo somos “guardas” de nuestros hermanos y hermanas, sino que se nos llamará a juicio por la forma como los tratamos.  (Mateo 25:40 y 45)

A través de toda la Escritura hallamos que Dios siempre trata de llegar a  las personas para atraerlas, y alcanzarlas con su amor. Nos llama para que hagamos lo mismo con los demás. El problema viene cuando nuestra naturaleza íntima de pecado nos presiona a actuar en forma diferente,  como: «haciendo lo que hace la mayoría». Una vez que reconocemos que Dios nos ha llamado a amar y a ser responsables los unos por los otros, el siguiente paso es darnos cuenta de que cada vida es sagrada en todas sus  etapas. La vida es sagrada porque el Creador mismo nos ha dado aliento de vida.

De este modo, nuestro valor procede de nuestro Creador. Pero si decidimos negar al Creador, negaremos el valor de la  humanidad.

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