Un minuto con Dios

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Insistimos en que debemos mirar a Dios, no sobre las nubes, sino a nuestro lado, en el hermano que sufre, en el que goza, en el niño y el anciano, en el sano y el enfermo.

Lee la canción que te lo recuerda gráficamente:

“Señor, creí verte, pidiendo limosna, cubierto de ha­rapos, ganándote el pan, vivir en las villas, comer ma­lamente, postrado en un lecho de pobre hospital.
Señor, creí verte cobrando facturas, y allá en la ofi­cina ganándote el pan, curar al enfermo, hacer de maestro, barrer plazas y calles de nuestra ciudad.
Señor, creí verte pescando en el río, jugando en la cancha, ganándote el pan; bajar a la mina, subir al andamio, guiar autobuses y luego volar.
Señor, ¿eras Tú? Dime la verdad.”

“A Cristo amáis sin haberle visto; en quien creéis, aunque de momento no le veáis, rebosando de alegría inefable y gloriosa, y alcanzáis la meta dé vuestra fe: la salvación de las almas” (I Pe, 1, 8-9).

¡Es tan fácil ver a Dios en los hermanos, gozar de Dios en los hermanos, servir a Dios en los hermanos, salvar a los hermanos para Dios!

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