Un minuto con Dios
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Se va terminando este año. Es que todo pasa…
En realidad, no es un año menos, sino un año más; un año más, del que tendremos que dar cuenta; un año más, que debemos añadir a nuestra responsabilidad.
Este año no ha pasado; ha quedado en cada una de las acciones que en él hemos realizado; buenas o malas, han dejado en nosotros una marca imborrable.
Quizá sintamos la tentación de catalogar este año como bueno o malo para nosotros, según nos haya ido en él en el asunto negocios; pero no es ése el valor supremo.
Habrá sido año bueno si en él hemos mejorado en nuestra vida, si nos hemos perfeccionado, si nos hemos cultivado espiritualmente; si hemos vivido con amor y para el amor de Dios y de los hermanos.
No estará mal que nos detengamos unos momentos, antes de terminar el año, para hacer el balance de nuestra conciencia y delante de Dios.
“Cercano estaba nuestro fin, cumplidos nuestros días” (Lam, 4, 18).
“Haznos volver a Ti, oh Yahvéh, y volveremos; renueva nuestros días como antaño” (Lam, 5, 21).
Dios es el Dios de la vida; a nuestra muerte sucederá la verdadera Vida; a estos días perecederos que pasan como la sombra, sucederá la Vida eterna, que nunca pasará y nunca disminuirá en la intensidad de su felicidad.
En realidad, no es un año menos, sino un año más; un año más, del que tendremos que dar cuenta; un año más, que debemos añadir a nuestra responsabilidad.
Este año no ha pasado; ha quedado en cada una de las acciones que en él hemos realizado; buenas o malas, han dejado en nosotros una marca imborrable.
Quizá sintamos la tentación de catalogar este año como bueno o malo para nosotros, según nos haya ido en él en el asunto negocios; pero no es ése el valor supremo.
Habrá sido año bueno si en él hemos mejorado en nuestra vida, si nos hemos perfeccionado, si nos hemos cultivado espiritualmente; si hemos vivido con amor y para el amor de Dios y de los hermanos.
No estará mal que nos detengamos unos momentos, antes de terminar el año, para hacer el balance de nuestra conciencia y delante de Dios.
“Cercano estaba nuestro fin, cumplidos nuestros días” (Lam, 4, 18).
“Haznos volver a Ti, oh Yahvéh, y volveremos; renueva nuestros días como antaño” (Lam, 5, 21).
Dios es el Dios de la vida; a nuestra muerte sucederá la verdadera Vida; a estos días perecederos que pasan como la sombra, sucederá la Vida eterna, que nunca pasará y nunca disminuirá en la intensidad de su felicidad.
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