Un minuto con Dios

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Cuando niños hemos jugado varias veces a “cara o cruz”; y ahora que somos adultos debemos vivir a “cara y cruz”.

Porque la vida está así constituida: con muchas caras y no pocas cruces; y pretender prescindir de la cara, para mirar solamente las cruces, es ser pesimistas y volverse misántropo y fatalista.

Aunque pretender cerrar los ojos a la cruz, para mirar solamente a la cara, es ingenuo y termina por desilusionar.

El cristiano debe admitir ambas: la cara y la cruz; la cara bonita del amor y la cruz fea del dolor; la cara grata del gozo y la cruz ingrata del sufrimiento; la cara sonriente de la alegría y la cruz aristada de las lágrimas; la cara agradable del bien y la cruz desagradable del mal.

Y todo: cara y cruz, viene de Dios; pero es preciso saber descubrir los caminos por los que llegan a nosotros la cara y la cruz, que no son los caminos de la fatalidad, sino los de la Providencia amorosa del Señor.

La mano derecha y la mano izquierda de Dios, ambas son manos de Dios, y Dios tanto te ama cuando te toca con la mano derecha como cuando te prueba con la izquierda.

“A la nave la inventó el afán de lucro y la sabiduría fue el artífice que la construyó, y es tu Providencia, Padre, quien la guía.., mostrando que de todo peligro puedes salvar” (Sab, 14, 2-4).

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