Un minuto con Dios

0:00

Si no te pareces a quien amas, es porque no amas a quien te pareces, porque el amor, o encuentra seme­jantes a los que se aman, o los hace semejantes.

Y, si lo amas, si eres semejante a él, lo defenderás en su ausencia y lo amonestarás en su presencia; y, si lo defiendes, lo harás con sinceridad y, si lo amones­tas, lo harás con profunda caridad.

Si lo defiendes con sinceridad y lo amonestas con caridad, lo ganarás para ti y para Dios, le habrás he­cho un bien, habrás contribuido a su mejoramiento; y, al hacerlo mejor a él, te habrás hecho mejor a ti mismo.

Y de esa forma te habrás dado a los demás, porque el verdadero amor lleva a darse, pero a darse de ver­dad, sin retaceos, ni limitaciones, sin falsificaciones ni hipocresías.

La actitud de caridad te llevará en ocasiones a co­rregir a quien amas; pero entonces deberás corregirlo, porque lo amas y no pensar que lo amas, porque lo corriges.

“Sea cual fuere su agravio, no guardes ren­cor al prójimo y no hagas nada en un arrebato de violencia” (Eccli, 10, 6).

Si te examinas, con sinceridad y profundidad, verás que cuando corriges, o llamas la atención, hay en ti un tanto por ciento de buena intención, pero otro buen tanto por ciento de nerviosismo, de mal genio, de impaciencia.

Tambien podria interesarte

0 comentarios

Popular Posts