Un minuto con Dios

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No debes confundir lo bueno con lo agradable; lo bueno puede ser amargo, como es la medicina amarga, que sana; y lo agradable puede resultar nocivo.

Luego no puedes guiarte por el criterio de si algo gusta o disgusta, para deducir si es bueno o malo, si puedes o no realizarlo, admitirlo o rechazarlo.

El gusto y el deber muchas veces recorren caminos distintos; no sigas el camino del gusto, sino cuando ese camino coincida con el camino del deber.

En cada persona y en cada cosa hay algo de bueno; tu sabiduría consistirá en descubrir eso bueno, cerran­do los ojos a lo que en esa persona o cosa pueda haber de no bueno.

En todo momento puedes decir algo bue­no; no vayas escatimando a nadie lo bueno, que puedes darle: eso sería avaricia y egoísmo.

Discernir entre lo que es bueno y lo que no lo es; practicar el bien y apartarse del mal; eso es “pisar fuer­te en la vida”.

“Se te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno, lo que Yahvéh de ti reclama: tan sólo prac­ticar la equidad, amar la piedad; y caminar humilde­mente con tu Dios” (Miq, 6, 8).

La luz de la gracia es una luz que las sombras cambia en sol.

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