Un minuto con Dios

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Haz lo antes posible lo que tienes que hacer.

No dilates el cumplimiento del deber; dilatarlo, ya es no cumplirlo con perfección.

Si lo tienes que hacer, mientras no lo realices, ese deber estará grabado en tu conciencia, y por más que luego lo realices, siempre quedarás con la amargura de no haberlo cumplido a su debido tiempo.

O al menos con suficiente generosidad, ya que hacer las cosas bien, pero tarde, hasta los menos dotados las hacen; pero hacerlas pronto y bien, eso es propio de las almas generosas.

Si el deber es amargo y lo realizas pronto, antes pa­sará la amargura y te quedará la satisfacción de haber cumplido; si es amargo y dilatas el cumplirlo, no harás sino aumentar la amargura y, por ello, sufrir sin mérito.

Tienes que ser fiel al deber; pero no dejes de pre­ocuparte por ser fiel sobre todo al amor, que es tu pri­mer deber.

“El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho, y el que es injusto en lo mínimo, tam­bién lo es en lo mucho” (Luc, 16, 10).

“Mantente fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Apoc, 2, 10).

El amor a la fidelidad solamente surge de la fideli­dad al amor.

Si no eres fiel, no amas; si no amas, no serás fiel mucho tiempo.

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