Un minuto con Dios
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Pretender que en la vida no haya dificultades y no tengamos que realizar esfuerzos, es pura utopía; pero he de tener presente que el éxito, el triunfo, nunca lo conseguirá el cobarde sino el valiente.
Ser cobarde, no es ninguna hazaña; cualquiera puede serlo; ser valiente es propio de los grandes espíritus; y tú no querrías ciertamente quedarte en dimensión de pigmeo; tú pretendes llegar a la altura de tu madurez.
Por eso necesitas valentía; de los valientes es el éxito, de los valientes es el triunfo; los valientes consiguen la tierra y alcanzan el cielo; los valientes se dominan a sí mismos y se imponen a los demás.
Se imponen, no por razón de la fuerza, sino por la fuerza de la razón; o si quieres, mejor: se imponen por la fuerza de la razón y del amor.
Por mucho que hagas en tu vida, siempre será menos de lo que estás obligado a hacer.
¿Podrás alguna vez decirle al Señor: ya te he dado suficiente”? “El que se glorie, gloríese en el Señor” (I Cor, 1, 31).
“No tengas miedo, no desmayen tus manos; Yahvéh tu Dios está en medio de ti, un poderoso Salvador” (Sof, 3, 16-17).
Para vivir de colores,
hay que tener voluntad;
mueran los falsos amores,
¡en gracia siempre hay que estar!
Ser cobarde, no es ninguna hazaña; cualquiera puede serlo; ser valiente es propio de los grandes espíritus; y tú no querrías ciertamente quedarte en dimensión de pigmeo; tú pretendes llegar a la altura de tu madurez.
Por eso necesitas valentía; de los valientes es el éxito, de los valientes es el triunfo; los valientes consiguen la tierra y alcanzan el cielo; los valientes se dominan a sí mismos y se imponen a los demás.
Se imponen, no por razón de la fuerza, sino por la fuerza de la razón; o si quieres, mejor: se imponen por la fuerza de la razón y del amor.
Por mucho que hagas en tu vida, siempre será menos de lo que estás obligado a hacer.
¿Podrás alguna vez decirle al Señor: ya te he dado suficiente”? “El que se glorie, gloríese en el Señor” (I Cor, 1, 31).
“No tengas miedo, no desmayen tus manos; Yahvéh tu Dios está en medio de ti, un poderoso Salvador” (Sof, 3, 16-17).
Para vivir de colores,
hay que tener voluntad;
mueran los falsos amores,
¡en gracia siempre hay que estar!
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