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Un minuto con Dios

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Un hombre sin ideas claras es un hombre desorien­tado, un hombre sin ruta; o al menos es un hombre que sigue una ruta que no termina en meta, sino que sigue caminos y caminos que se chocan y se entrecru­zan, pero nunca lo conducen a un fin.

La idea es la madre de la acción; a ideas claras, se­guirán acciones definidas y con orientación hacia su objetivo bien conocido y amorosamente buscado.

La idea necesita luz, la luz de la verdad. Dios es la verdad; cuanto más nos alejamos de Dios, más lejos estamos de la luz, más nos circundan las tinieblas del error; y por más esfuerzos que hagamos, más nos en­frascaremos en la oscuridad del error y en la maldad.

Y cuando el hombre camina en el error y la maldad, por más que él crea que se halla en la verdad y en el bien, no deja de dirigirse hacia la catástrofe, tanto más dolorosa y amarga, cuanto menos pensada y esperada por él.

Por eso, para llegar a Dios, nada mejor que ir a El y buscarlo con sincero corazón.

“Envía tu luz y tu verdad, ellas me guien y me con­duzcan a tu monte santo” (Salmo 43, 3).

Cristo es la verdad y los que siguen a Cristo no marchan en el error sino que están en la verdad.

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