Un minuto con Dios

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El progreso es la ley de todo viviente: la flor se va desarrollando, el animal va creciendo, el hombre se va perfeccionando, el profesional se va capacitando, es jus­to que el trabajador haya mejorado su posición; todo va para adelante; detenerse es estancarse, y estancarse ya es comenzar a morir.

Cristo en su Evangelio también señala a sus segui­dores la consigna de ir siempre hacia adelante, hasta sus últimas consecuencias; un elemento estable del cris­tianismo es la orden de no detenerse jamás.

La Iglesia, que se ha enraizado en el pasado, es, sin embargo, impulso al porvenir; es fidelidad; es espe­ranza.

Cristo era ayer, es hoy y será mañana.

El es el pasa­do, el presente y el porvenir.

El alfa y la omega. El primero y el último. El principio y el fin.

«El principio se orienta al fin y, el fin cualifica y da sentido al principio y a su desarrollo, hasta llegar al fin.

“Yo soy la luz del mundo; el que me siga no cami­nará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn, 8, 12).

“Yo soy el alfa y la omega, dice el Señor Dios, aquel que es, que era y que ha de venir, el Todo­poderoso” (Apoc, 1, 8).

Cristo es el Principio y el Fin de todas las cosas.

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