Un minuto con Dios
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Se habla de doscientos millones de enfermos en el mundo. Un día serás tú contado en ese número.
Para ese entonces, reflexiona que, si la muerte es castigo del pecado, tiene otras proyecciones, que no debes dejar pasar por alto.
La enfermedad nos ilumina el misterio de nuestro futuro: nos está recordando que somos de aquí y no somos para aquí; la enfermedad nos humilla, nos sitúa en la verdad de lo que somos y nos deja confiados en las manos de Dios.
¿Por qué con la salud habrá tanto ser altivo y opresor, cuando hemos de acabar como enfermos que imploran piedad y suscitan compasión?
¿Por qué tanto egoísmo y avaricia, cuando hemos de acabar entregados a los que caritativamente nos sostengan y ayuden hasta nuestro último momento?
La enfermedad nos acerca a Dios; es el único con quien nos vamos a quedar y de quien recibiremos para siempre amor y dicha.
“El salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom, 6, 23).
No está mal que suframos nuestras enfermedades como una reparación por nuestros propios pecados.
Para ese entonces, reflexiona que, si la muerte es castigo del pecado, tiene otras proyecciones, que no debes dejar pasar por alto.
La enfermedad nos ilumina el misterio de nuestro futuro: nos está recordando que somos de aquí y no somos para aquí; la enfermedad nos humilla, nos sitúa en la verdad de lo que somos y nos deja confiados en las manos de Dios.
¿Por qué con la salud habrá tanto ser altivo y opresor, cuando hemos de acabar como enfermos que imploran piedad y suscitan compasión?
¿Por qué tanto egoísmo y avaricia, cuando hemos de acabar entregados a los que caritativamente nos sostengan y ayuden hasta nuestro último momento?
La enfermedad nos acerca a Dios; es el único con quien nos vamos a quedar y de quien recibiremos para siempre amor y dicha.
“El salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom, 6, 23).
No está mal que suframos nuestras enfermedades como una reparación por nuestros propios pecados.
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