Un minuto con Dios
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Alguien busca lo que tú tienes; alguien tiene lo que tú buscas; es la interdependencia que Dios ha querido que haya entre los hombres; no somos independientes unos de otros; todos dependemos de todos, todos estamos para todos, todos servimos a todos.
Si no todos servimos para todo, sí todos servimos para algo; y, si no todos podemos ser útiles a todos, sí que todos podemos ser útiles para alguno; de ahí que no nos veamos libres del servicio a la comunidad, por más limitadas que sean nuestras fuerzas y nuestras relaciones humano-sociales.
Alguien busca lo que tú tienes y, en consecuencia, lo puede recibir de ti; y tú estás obligado a dárselo.
Alguien tiene lo que tú buscas; y, por lo tanto, de él lo puedes recibir; y él estará dispuesto a dártelo, si tú estás dispuesto a pedírselo, dándole lo que tú tienes.
Da, si quieres que te den; pero da, no porque esperes que te den, sino por el simple gesto de dar, porque valoras a aquel a quien das y te das; porque sabes que él necesita de ti. Dios da y no espera nada de su criatura; imítale.
“Lo que queráis que los hombres os hagan, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen otro tanto” (Le, 6, 31-33).
Si no todos servimos para todo, sí todos servimos para algo; y, si no todos podemos ser útiles a todos, sí que todos podemos ser útiles para alguno; de ahí que no nos veamos libres del servicio a la comunidad, por más limitadas que sean nuestras fuerzas y nuestras relaciones humano-sociales.
Alguien busca lo que tú tienes y, en consecuencia, lo puede recibir de ti; y tú estás obligado a dárselo.
Alguien tiene lo que tú buscas; y, por lo tanto, de él lo puedes recibir; y él estará dispuesto a dártelo, si tú estás dispuesto a pedírselo, dándole lo que tú tienes.
Da, si quieres que te den; pero da, no porque esperes que te den, sino por el simple gesto de dar, porque valoras a aquel a quien das y te das; porque sabes que él necesita de ti. Dios da y no espera nada de su criatura; imítale.
“Lo que queráis que los hombres os hagan, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen otro tanto” (Le, 6, 31-33).
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