Un minuto con Dios

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“Mi corazón y mi lengua han hecho un trato: que mientras mi corazón esté enfurecido, mi lengua guardará silencio”.

Este programa de vida está lleno de psicología.

Las palabras responden a los sentimientos, y los sentimientos a las ideas; de ahí que nos resultará imposible dominar nuestras palabras si no somos dueños de nuestros sentimientos; y estos sentimientos se irán moderando según la fuerza de nuestras ideas.

A un corazón que no se domina, responderán palabras violentas e hirientes; a un corazón lleno de sí mismo, sucederán palabras y actitudes despectivas para los demás.

Calla, pues, mientras tu corazón no esté sereno y en calma; no hables, pues seguramente deberás arrepen-tirte de lo que digas o, al menos, del modo como lo digas, o del momento en que lo digas.

Si en general el corazón no suele ser buen consejero, menos lo será cuando no se halle en paz y no se sienta dueño de sí mismo.

“Grande fue mi alegría al llegar los hermanos y dar testimonio de tu verdad, puesto que vives según la verdad” (III Jn, 1).

¿Podría decirse con verdad, como lo afirma Juan de su discípulo Gayo, que vives según la verdad.?
Pero ten presente que esa verdad a la que se refiere el apóstol no es tanto la verdad conceptual cuanto la verdad vivencial.

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