La vida en ese lugar secreto

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El cristiano genuino vive en una atmósfera de oración. Para él la oración no es un simple ejercicio espiritual al que se dedica ocasionalmente; es una forma de vida. Hay veces que recita oraciones, cuando pide lo que le hace falta. Pero la mayor parte del tiempo la pasa preparándose a vivir en Dios así como Dios vive en él.

Su alma se eleva hacia Dios como el incienso, dejándose envolver por la nube de Su presencia, que todo lo rodea. 

Un cristiano no se esfuerza por encontrar a Dios del modo como alguien busca un objeto perdido. Basta con que a cada momento se haga más consciente de lo que ya posee: Su amorosa presencia. 

Un cristiano es un realista que no teme el sufrimiento, ni el dolor, ni la persecución, porque no tiene que soportar nada solo. No busca riquezas ni pobreza, pues sabe que ambos vienen de Dios y ambos pueden estar al servicio de Su gloria y del bien del Reino.

Tiene un corazón libre- para amar a amigos y enemigos por igual- porque su único objetivo es ser como Su Padre. 

Tiene una mente libre porque cree en los misterios de Dios con humilde aceptación y se deleita en su grandeza y variedad. 

Su voluntad es libre y su único deseo es unirse a Dios.

Autor. Madre Angelica

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