Un minuto con Dios

9:54

La mejor voz de mando es el ejemplo; el mejor ar­gumento y la más convincente razón que robustece tus palabras, es el ejemplo de tu vida.

Quizá notes que no siempre convences con tus pa­labras; será porque no siempre tus obras son acordes con tus palabras y entonces el ejemplo de tu vida deshace la fuerza de tus palabras.

Tus hijos, tus dependientes, tus amigos, las perso­nas con las que de una u otra forma tienes relaciones, o en las que ejerces alguna influencia, están esperan­do tus palabras; pero éstas serán ineficaces, si no van precedidas del ejemplo de tu vida.

Palabra y testimonio, razones y ejemplos; las pala­bras convencen, los ejemplos arrastran.

Piensa, pues, si te ha faltado el arrastre; tú lo atribuíste o a dureza del corazón de los que te escuchaban, o a falta de preparación intelectual tuya, cuando en realidad no se debió a ninguna de esas dos causas, sino a la ausencia de tus ejemplos, a la incoherencia de tu vida.

Juan dio testimonio de lo que vio y oyó y su testi­monio fue verdadero:
“Este es el discípulo que da testimonio de esto y que lo ha escrito y nosotros sabe­mos que es válido su testimonio” (Jn, 21, 24).

Cuantos nos rodean deben ver que nosotros somos testimonio de Cristo y deben convencerse, sin dificultad, de que nuestro testimonio es verdadero; pero no lo será si primero en nuestro interior no hemos llegado a poseer un espíritu verdaderamente conforme al Espíritu de Cristo.

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