Un misionero coreano-americano que estuvo cautivo en Corea del Norte asegura que sufrió abuso sexual y otras formas de tortura a manos de sus carceleros.

Roberto Park cruzó un río congelado desde China hacia Corea del Norte la Navidad pasada. El joven de 28 años dijo que lo hizo para llevar el amor de Dios y una carta que llamaba al régimen norcoreano a abandonar el poder. Sin embargo guardias fronterizos lo arrestaron de inmediato.

Park dice que sus interrogadores lo golpearon y lo torturaron hasta que él admitiera haber cometido un crimen. Agregó que las heridas que le causaron podrían ser permanentes.

"Las heridas y cicatrices de las cosas que me ocurrieron en Corea del Norte son muy intensas", dijo. "Como resultado de lo que me pasó, he tirado cualquier tipo de deseo personal. Nunca seré capaz de tener un matrimonio o ningún tipo de relación.

Según Kang Chol-hwan, quien pasó 10 años en el campo de concentración Yodok del régimen comunista, ese tipo de torturas son ahora "el método de interrogación preferido" de los agentes de seguridad norcoreanos.

Park tuvo que ser sometido a tratamiento por estrés post-traumatico.

"Luché mucho contra el suicidio desde que salí de Norcorea", dijo el misionero a Associated Press durante una reciente visita a Seúl.

Park dice que no se arrepiente de haber entrado al país a propagar el mensaje del evangelio.

"De lo único que me arrepiento es... de la falsa confesión", asegura.