El que busca, encuentra
6:57
Mateo 14, 13-21
Dice el evangelio hoy, que el Señor vio a mucha gente reunida, que habían venido buscándolo a Él. Entonces, “tuvo compasión de ellos, y sanó a los enfermos”. (Mateo 14,15).
(¿Es esto lo que ve el Señor en cada parroquia antes de cada misa? Cuando el Señor lo alcanza a ver a usted allí sentado en un banco, ¿ve a alguien que vino a buscarlo a Él…?).
Pero sigamos con el evangelio de hoy: Mientras el Señor estaba atendiendo a los que se acercaban, llegó un momento en que la gente tuvo hambre, y por allí no podía conseguirse comida para tanta gente.
Pero para el Señor no era problema.
Tomó cinco panes que le regaló un muchachito, “levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los entregó a sus discípulos para que se los repartieran a la gente”. (Mateo 14,19) La cosa termina cuando, luego de haber comido todos (dice el evangelio que “eran cinco mil hombres sin contar las mujeres y los niños”) “se recogieron doce canastos llenos de pedazos que sobraron”.
(Mateo 14,20 y 21). Es verdaderamente asombrosa la abundancia de la generosidad del Señor.
Entre los que hoy vayan a misa habrá algunos que estén allí sólo por cumplir.
Pero hay otras muchas personas, que, al igual que en aquella ocasión, “se van a reunir en el templo buscándolo a Él”. Y con estos, con los que vayan a buscarlo a Él, sucederá lo mismo: El Señor “tendrá compasión de ellos”.
Tendrá compasión porque comprenderá el problema de cada uno.
Problemas de toda índole: Cansancio, desánimo, soledad, dudas, tensiones, temores, y otros muchos problemas de los que enfrentamos los humanos en estos días. Cada uno sabrá..., y el Señor comprenderá.
Y entonces, como el Señor no ha cambiado su estilo en nada, también los sanará a todos. A todos los que se le acerquen, a los que acudan a Él, a los que apelen a Él.
Y luego, un sacerdote, actuando en nombre del Señor, levantará los ojos al cielo, pronunciará la bendición, partirá el pan y lo repartirá entre todos los que se acerquen a comulgar.
Sí, en efecto. Hoy puede suceder lo mismo que en aquella ocasión: El Señor estará allí, esperanzándonos.
Solo falta que usted y yo También estemos allí, BUSCÁNDOLO.
LA PREGUNTA DE HOY
¿POR QUÉ HAY PERSONAS QUE SACAN TANTO BENEFICIO DE UNA MISA, Y OTROS TAN POCO O NADA?
La diferencia podría muy bien ser el grado de esperanza. Cada persona recibe de Dios lo que espera recibir de Él.
Si una persona va a misa con una necesidad real, específica y definida, y con la firme esperanza de recibir su ayuda, recibirá de Dios lo que espera... o algo mejor aún.
Y recordemos siempre que: “Delante de la gloria, va la humildad” (Proverbios 15, 33).
NOTA: Hoy es el Día de los Padres. Los que los tengan vivos, háganle el mejor regalo: díganle “te quiero papá”. Ninguna otra cosa lo hará sentir mejor.
Y estemos presentes con él hoy, porque la mayor felicidad de un padre es ver a sus hijos alegres y unidos. Entretanto, pidámosle hoy a nuestro padre Dios que nos ayude a descubrir el tesoro escondido de su amistad íntima, fuente de la única auténtica alegría.
Luis García Dubus
Dice el evangelio hoy, que el Señor vio a mucha gente reunida, que habían venido buscándolo a Él. Entonces, “tuvo compasión de ellos, y sanó a los enfermos”. (Mateo 14,15).
(¿Es esto lo que ve el Señor en cada parroquia antes de cada misa? Cuando el Señor lo alcanza a ver a usted allí sentado en un banco, ¿ve a alguien que vino a buscarlo a Él…?).
Pero sigamos con el evangelio de hoy: Mientras el Señor estaba atendiendo a los que se acercaban, llegó un momento en que la gente tuvo hambre, y por allí no podía conseguirse comida para tanta gente.
Pero para el Señor no era problema.
Tomó cinco panes que le regaló un muchachito, “levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los entregó a sus discípulos para que se los repartieran a la gente”. (Mateo 14,19) La cosa termina cuando, luego de haber comido todos (dice el evangelio que “eran cinco mil hombres sin contar las mujeres y los niños”) “se recogieron doce canastos llenos de pedazos que sobraron”.
(Mateo 14,20 y 21). Es verdaderamente asombrosa la abundancia de la generosidad del Señor.
Entre los que hoy vayan a misa habrá algunos que estén allí sólo por cumplir.
Pero hay otras muchas personas, que, al igual que en aquella ocasión, “se van a reunir en el templo buscándolo a Él”. Y con estos, con los que vayan a buscarlo a Él, sucederá lo mismo: El Señor “tendrá compasión de ellos”.
Tendrá compasión porque comprenderá el problema de cada uno.
Problemas de toda índole: Cansancio, desánimo, soledad, dudas, tensiones, temores, y otros muchos problemas de los que enfrentamos los humanos en estos días. Cada uno sabrá..., y el Señor comprenderá.
Y entonces, como el Señor no ha cambiado su estilo en nada, también los sanará a todos. A todos los que se le acerquen, a los que acudan a Él, a los que apelen a Él.
Y luego, un sacerdote, actuando en nombre del Señor, levantará los ojos al cielo, pronunciará la bendición, partirá el pan y lo repartirá entre todos los que se acerquen a comulgar.
Sí, en efecto. Hoy puede suceder lo mismo que en aquella ocasión: El Señor estará allí, esperanzándonos.
Solo falta que usted y yo También estemos allí, BUSCÁNDOLO.
LA PREGUNTA DE HOY
¿POR QUÉ HAY PERSONAS QUE SACAN TANTO BENEFICIO DE UNA MISA, Y OTROS TAN POCO O NADA?
La diferencia podría muy bien ser el grado de esperanza. Cada persona recibe de Dios lo que espera recibir de Él.
Si una persona va a misa con una necesidad real, específica y definida, y con la firme esperanza de recibir su ayuda, recibirá de Dios lo que espera... o algo mejor aún.
Y recordemos siempre que: “Delante de la gloria, va la humildad” (Proverbios 15, 33).
NOTA: Hoy es el Día de los Padres. Los que los tengan vivos, háganle el mejor regalo: díganle “te quiero papá”. Ninguna otra cosa lo hará sentir mejor.
Y estemos presentes con él hoy, porque la mayor felicidad de un padre es ver a sus hijos alegres y unidos. Entretanto, pidámosle hoy a nuestro padre Dios que nos ayude a descubrir el tesoro escondido de su amistad íntima, fuente de la única auténtica alegría.
Luis García Dubus
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