Las apetencias desmedidas
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La humanidad de hoy está viviendo una crisis galopante por la inversión de los valores, que por su gran notoriedad y vigencia, hacen harto difícil suspenderla, por la integración preeminente que se le ha dado en la cultura. Es bien sabido que las crisis comienzan en el interior del ser: en virtud de que el hombre corriente no se contenta con sus aspiraciones que el mundo material ofrece, incursionando continuamente en la búsqueda de aquello que más placer y gozo le aporte a sus sentidos externos, identificándolo por demás, al egoísmo y la codicia, dando con ello una impronta de violencia en el accionar de su conducta; asimismo, llevándolo a padecer manifiesta ansiedad, la que se expresa con enfermedad y depresión.
Esta crisis tiene nombre, y es “Apetencia desmedida con profundos deseos”, que siendo incontrolable arropa a todos los estamentos de la vida, con una objetiva dirección: la sociedad, para hacerla vulnerable, sometiéndola a desviarse de sus principios éticos morales y espirituales, con la aplicación de modelos de maldad que derivan en desigualdad en la distribución de bienes, dando con ello personalidad jurídica a estos modelos.
Hay otra forma también de crisis, por sus conceptos de prejuicios, con marcado irrespeto a las diferencias y sentimientos de credos, rechazando lo divino que hay en cada uno de ellos, como Principio Uno Homogéneo, manifiesto como diversidad de la forma en todos. Por otro lado, no existen normativas que regulen el respeto al derecho ajeno, aplicando las leyes a favorecer de aquel que más poder humano exhiba, haciendo de estas leyes, corriente ordinaria de justicia para armonizar el caos que atenta destruirlo este derecho, que por demás, es un derecho adquirido por la conciencia.
Todo esto hace salir del contexto de moral. Es necesario entonces, que para revertir este estado imperante, tendremos que sujetarnos a una disciplina humana y espiritual, haciendo de esta una entidad representativa de los valores y enunciados Crísticos, proyectando su estatura espiritual, y neutralizando en consecuencia, los aspectos negativos que batallan en el interior del ser, comprometiendo al hombre a participar en el ejército de las fuerzas contrarias a Cristo.
Se deberá desarrollar voluntad y decisión, la que se obtiene con una observación puntual de la conducta, de los pensamientos, y la inclinación a los sentimientos de egoísmo, ira y violencia; suprimiéndolos de forma consciente, no permitiendo que se arbitren por ellos mismos, ya que no tienen calidad para modificarse con autonomía y responsabilidad propia. Se infiere por demás, que con la eliminación de la condición negativa que presiona, se creará la plataforma para realizarnos con disciplina, que permitirá convertirnos en “observadores activos y conscientes”, logrando con esto alcanzar la autorrealización integral como paradigma de la conquista final, al trascender todos los modelos que corrompen a la sociedad, que como núcleo representativo se hace reservorio de los valores y sentimientos de todos sus miembros.
Hay otra forma también de crisis, por sus conceptos de prejuicios, con marcado irrespeto a las diferencias y sentimientos de credos, rechazando lo divino que hay en cada uno de ellos, como Principio Uno Homogéneo, manifiesto como diversidad de la forma en todos. Por otro lado, no existen normativas que regulen el respeto al derecho ajeno, aplicando las leyes a favorecer de aquel que más poder humano exhiba, haciendo de estas leyes, corriente ordinaria de justicia para armonizar el caos que atenta destruirlo este derecho, que por demás, es un derecho adquirido por la conciencia.
Todo esto hace salir del contexto de moral. Es necesario entonces, que para revertir este estado imperante, tendremos que sujetarnos a una disciplina humana y espiritual, haciendo de esta una entidad representativa de los valores y enunciados Crísticos, proyectando su estatura espiritual, y neutralizando en consecuencia, los aspectos negativos que batallan en el interior del ser, comprometiendo al hombre a participar en el ejército de las fuerzas contrarias a Cristo.
Se deberá desarrollar voluntad y decisión, la que se obtiene con una observación puntual de la conducta, de los pensamientos, y la inclinación a los sentimientos de egoísmo, ira y violencia; suprimiéndolos de forma consciente, no permitiendo que se arbitren por ellos mismos, ya que no tienen calidad para modificarse con autonomía y responsabilidad propia. Se infiere por demás, que con la eliminación de la condición negativa que presiona, se creará la plataforma para realizarnos con disciplina, que permitirá convertirnos en “observadores activos y conscientes”, logrando con esto alcanzar la autorrealización integral como paradigma de la conquista final, al trascender todos los modelos que corrompen a la sociedad, que como núcleo representativo se hace reservorio de los valores y sentimientos de todos sus miembros.
Lesbia Gómez Suero
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