Integracion familiar

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El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres. 

A través de cualquier informativo vemos numerosas historias de personas matando, o maltratando a sus semejantes; verbal o físicamente.

Abundan los relatos de jóvenes que matan a otros para robar una  chaqueta o una mochila, de poco valor,  en comparación con una vida. 

Leemos sobre millones de abortos. Hay una disposición hacia la eutanasia. Y observamos en la televisión las sangrientas imágenes de la guerra sin pestañear. En todo esto reconocemos una tendencia en nuestra cultura: la vida está perdiendo el valor. 

 El ser humano es distinto del resto de la creación.
Aún en esos programas que parecen inofensivos, porque hablan de la vida de los animales, consideran a los monos como nuestros antepasados.

Debemos estar siempre atentos, como un soldado con su arma cargada, para tener la respuesta bíblica que nadie puede desautorizar.

Dios  determinó desde el principio, que la humanidad habría de poseer la imagen y la semejanza divinas. Y así fueron creados la primera pareja de hombre y mujer.

Los humanos son seres espirituales;  no son sólo cuerpo, sino también alma y espíritu. Son seres dotados de moral, inteligencia, percepción y determinación propia. Estas propiedades incluyendo el alto orden que Dios les asignó en la creación, dan una idea cabal  de su  valor esencial, que  supera al de cualquier otro ser creado.

La capacidad y la habilidad son una responsabilidad y una obligación. Nunca debiéramos conformarnos con vivir en un nivel más bajo del que Dios ha previsto para nuestra existencia.

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