Un minuto con Dios
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¿Qué importa que el ave esté atada por una cadena o por un hilo, si al fin está atada y no puede volar por los espacios?
Piensa que tú puedes sentirte atado.
No te tranquilices si ves que tu atadura es solamente un hilo; preocúpate por el hecho de sentirte atado, de no sentirte libre.
Tus defectos no serán muy graves, muy serios, muy escandalosos para los demás, pero son defectos, y por ello te impiden volar a la altura de la perfección.
Son defectos y, por lo tanto, no hacen que seas malo, pero impiden que seas mejor; y, si es muy bueno no ser malo, es muy malo no ser mejor.
No sabe cuánto bien hace el que no hace el mal; pero tampoco sabe cuánto mal hace el que no hace el bien.
Rompe todas tus cadenas, pero desata también o corta todos tus hilos; siéntete libre y lánzate a las alturas, hacia Dios.
“En el temor del Señor no existe mengua; con El no hay por qué buscar ayuda. El temor del Señor, como un paraíso de bendición, protege El más que toda gloria” (Eccli, 40, 26-27).
El temor de Dios es el que te moverá a perfeccionarte cada día más.
Piensa que tú puedes sentirte atado.
No te tranquilices si ves que tu atadura es solamente un hilo; preocúpate por el hecho de sentirte atado, de no sentirte libre.
Tus defectos no serán muy graves, muy serios, muy escandalosos para los demás, pero son defectos, y por ello te impiden volar a la altura de la perfección.
Son defectos y, por lo tanto, no hacen que seas malo, pero impiden que seas mejor; y, si es muy bueno no ser malo, es muy malo no ser mejor.
No sabe cuánto bien hace el que no hace el mal; pero tampoco sabe cuánto mal hace el que no hace el bien.
Rompe todas tus cadenas, pero desata también o corta todos tus hilos; siéntete libre y lánzate a las alturas, hacia Dios.
“En el temor del Señor no existe mengua; con El no hay por qué buscar ayuda. El temor del Señor, como un paraíso de bendición, protege El más que toda gloria” (Eccli, 40, 26-27).
El temor de Dios es el que te moverá a perfeccionarte cada día más.
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