Un minuto con Dios
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¿No has sacado nunca la cuenta de los minutos que has vivido? Es curioso; sácala y constatarás que son millones de ellos.
¿Y no has pensado nunca que de todos esos millones de minutos has de dar cuenta al Creador, que te dio la vida para que la hicieras fructificar?
Cada uno de esos minutos han sido ya juzgados y valorados por Dios según el peso de amor que en ellos hayas puesto, según la rectitud de intención que hayas tenido.
Tremendo problema tuyo si esos minutos se te han deslizado sin que en ellos pusieras la marca y distintivo del amor.
Para la eternidad solamente te valdrán los minutos que lleven la marca de Dios; los demás se habrán hundido en el vacío, y en un vacío no es posible fundamentar ningún porvenir.
Las matemáticas no sirven cuando se trata de la intensidad que debemos poner en todos nuestros actos: intensidad de amor; pero sí son útiles cuando es cuestión de numerar los actos que hemos de hacer productivos en nuestra vida.
“Corta es y triste nuestra vida; no hay remedio en la muerte del hombre… Caerá con el tiempo nuestro nombre en el olvido, nadie se acordará de nuestras obras; pasará nuestra vida como rastro de nube, se disipará como nieblas, acosada por los rayos del sol y por su calor vencida” (Sab, 2, 1-4).
¿Y no has pensado nunca que de todos esos millones de minutos has de dar cuenta al Creador, que te dio la vida para que la hicieras fructificar?
Cada uno de esos minutos han sido ya juzgados y valorados por Dios según el peso de amor que en ellos hayas puesto, según la rectitud de intención que hayas tenido.
Tremendo problema tuyo si esos minutos se te han deslizado sin que en ellos pusieras la marca y distintivo del amor.
Para la eternidad solamente te valdrán los minutos que lleven la marca de Dios; los demás se habrán hundido en el vacío, y en un vacío no es posible fundamentar ningún porvenir.
Las matemáticas no sirven cuando se trata de la intensidad que debemos poner en todos nuestros actos: intensidad de amor; pero sí son útiles cuando es cuestión de numerar los actos que hemos de hacer productivos en nuestra vida.
“Corta es y triste nuestra vida; no hay remedio en la muerte del hombre… Caerá con el tiempo nuestro nombre en el olvido, nadie se acordará de nuestras obras; pasará nuestra vida como rastro de nube, se disipará como nieblas, acosada por los rayos del sol y por su calor vencida” (Sab, 2, 1-4).
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