Un minuto con Dios

0:00

Saber hablar y saber callar; no sabemos qué será más fácil o más difícil, más conveniente o más meritorio.

Callar de sí mismo, es humildad; no hablar de sí, cuando siente uno el deseo de exponer los propios méritos o las propias ideas o iniciativas, es signo de verdadera humildad.

Callar los defectos ajenos1, es caridad; no criticar a los demás, sus actitudes, sus intenciones, sus actos; no emitir juicios comparativos; no hablar tanto de los otros, siempre con un dejo de crítica o pesimismo, es* ciertamente caridad.

Callar a tiempo, es prudencia; no hablar cuando nos sentimos con el impulso de la reacción, cuando nos viene a la punta de la lengua toda una serie de palabras, invectivas o denuestos, eso es prudencia.

Callar en el dolor, es heroísmo; no tratar de volcar en los corazones1 de los demás las penas propias, los dolores íntimos; hacerles partícipes no tanto de los dolores, cuanto de las alegrías, reservándonos para nosotros las penas, eso es heroísmo.

“Los enemigos de Cristo lo acusan falsamente; pero “El seguía callado y no respondía nada” (Me, 14, 61).

“El hombre discreto se calla” (Prov, 11, 12).

“Hay silencioso tenido por sabio y quien se hace odioso por su verborrea… El sabio guarda silencio hasta su hora, mas el fanfarrón e insensato adelanta el momento” (Eccli, 20, 5-8)

Tambien podria interesarte

0 comentarios

Popular Posts