Un minuto con Dios
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Las cosas, los sucesos y las personas tienen sus lados buenos y sus lados malos, sus superficies planas y sus aristas.
Es muy poco inteligente, injusto y parcial descubrir solamente o principalmente el lado negativo, los defectos o deficiencias, las faltas o limitaciones.
Es poco constructivo ver tanto lo bueno como lo malo, lo agradable como lo desagradable, alabar lo primero y criticar lo segundo.
Será cándido e inocente contemplar sólo lo positivo, lo bueno, lo agradable y olvidar o disimular lo negativo, lo malo, lo defectuoso; será candido, pero será más humano y más cristiano; será más inocente, pero será más caritativo; y solamente el amor cristiano, la caridad evangélica son capaces de arreglar el mundo, de elevar las relaciones de unos con otros.
Aprende, pues, a ver siempre el lado bgeno de las cosas y de las personas.
“Que cada uno de nosotros trate de agradar a su prójimo para el bien, buscando su edificación, pues tampoco Cristo buscó su propio agrado.. ” (Rom, 15, 2).
Para agradar al prójimo no debemos analizar si es asi o de la otra forma, sino simplemente si es hijo de Dios, si Dios se complace en él, si el Padre nos pide que tratemos de llevarnos bien y agradarnos los unos a los otros, y nada más.
Es muy poco inteligente, injusto y parcial descubrir solamente o principalmente el lado negativo, los defectos o deficiencias, las faltas o limitaciones.
Es poco constructivo ver tanto lo bueno como lo malo, lo agradable como lo desagradable, alabar lo primero y criticar lo segundo.
Será cándido e inocente contemplar sólo lo positivo, lo bueno, lo agradable y olvidar o disimular lo negativo, lo malo, lo defectuoso; será candido, pero será más humano y más cristiano; será más inocente, pero será más caritativo; y solamente el amor cristiano, la caridad evangélica son capaces de arreglar el mundo, de elevar las relaciones de unos con otros.
Aprende, pues, a ver siempre el lado bgeno de las cosas y de las personas.
“Que cada uno de nosotros trate de agradar a su prójimo para el bien, buscando su edificación, pues tampoco Cristo buscó su propio agrado.. ” (Rom, 15, 2).
Para agradar al prójimo no debemos analizar si es asi o de la otra forma, sino simplemente si es hijo de Dios, si Dios se complace en él, si el Padre nos pide que tratemos de llevarnos bien y agradarnos los unos a los otros, y nada más.


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