Un minuto con Dios
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No basta con querer una cosa; es indispensable poner los medios para alcanzarla; porque querer una cosa y no poner los medios, una de dos: o es una simpleza o es una cobardía.
Una simpleza que pretende alcanzar las1 cosas sin esfuerzo, sin trabajo, sin emplearse a fondo; o una cobardía, que no deja desarrollar las fuerzas del espíritu, las inhibe, afloja los resortes de la voluntad.
El que lucha y al mismo tiempo confía en Dios, llegará a la victoria; el que se esfuerza y también tiene fe en sus propios esfuerzos, va por buen camino; el que se emplea a fondo con optimismo y no mira tanto al trabajo cuanto al éxito que coronará el trabajo, es digno de que Dios mismo esté de su parte y lo apoye.
Y si Dios está de su parte, ya puede dar por descontada la victoria; victoria que no le llegará quizá por sus esfuerzos sino por la ayuda de Dios; pero ayuda de Dios que exige que nosotros pongamos nuestros propios esfuerzos.
“El Reino de los cielos sufre violencia y los violentos la conquistan” (Mt, 11, 12).
No se habla de la violencia contra los demás, sino contra sí mismo; aquella violencia que es la renuncia al propio egoísmo, a las propias conveniencias y comodidades.
No estará de más que te examines si haces violencia a los demás, en lugar de hacértela a ti mismo.
Una simpleza que pretende alcanzar las1 cosas sin esfuerzo, sin trabajo, sin emplearse a fondo; o una cobardía, que no deja desarrollar las fuerzas del espíritu, las inhibe, afloja los resortes de la voluntad.
El que lucha y al mismo tiempo confía en Dios, llegará a la victoria; el que se esfuerza y también tiene fe en sus propios esfuerzos, va por buen camino; el que se emplea a fondo con optimismo y no mira tanto al trabajo cuanto al éxito que coronará el trabajo, es digno de que Dios mismo esté de su parte y lo apoye.
Y si Dios está de su parte, ya puede dar por descontada la victoria; victoria que no le llegará quizá por sus esfuerzos sino por la ayuda de Dios; pero ayuda de Dios que exige que nosotros pongamos nuestros propios esfuerzos.
“El Reino de los cielos sufre violencia y los violentos la conquistan” (Mt, 11, 12).
No se habla de la violencia contra los demás, sino contra sí mismo; aquella violencia que es la renuncia al propio egoísmo, a las propias conveniencias y comodidades.
No estará de más que te examines si haces violencia a los demás, en lugar de hacértela a ti mismo.


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