Un minuto con Dios

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Es malo ser tonto, pero es tonto ser malo.

Solamente el hombre bueno, el que cultiva en su espíritu senti­mientos de bondad para sí y para los demás, es el homre verdaderamente sabio.

Los tontos no pueden ser buenos; aunque no debes confundir ser tonto con ser poco culto o no ser eru­dito; por otra parte, los buenos nunca son tontos, pues han sabido captar la verdadera sabiduría, que no es la del mundo sino la de la bondad.

Si, pues, eres bueno, ¿por qué temes a Dios?

Siendo Dios como es, infinitamente bueno, nadie puede tener miedo o temor de El; si tú le temes, es porque tú no eres bueno y, al ser malo, piensas que Dios es como tú.

No tengas miedo de Dios; si le temes, sea solamente un temor que brote del amor que le tienes: un temor de disgustarle, porque El es tu Padre, y nunca está demás temer disgustar al Padre, al que amamos pro­fundamente.

“Dios se burla de los malos y da su favor al hombre recto” (Prov, 14, 9).

“El necio sólo piensa en pecados; los arrogantes son abominables a los hombres” (Prov, 24, 9).

De Job pudo escribirse: “Había un hombre lla­mado Job: hombre cabal y recto, que temía a Dios y se apartaba del mal” (Job, 1,1).

Y del Patriarca San José se hace la mejor canonización al llamarlo “varón justo” (Mt, 1, 19).

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